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Que no piensen, que lean

Hace unos días se publicaba la noticia de que Gordon Brown había reunido en la campiña inglesa a presidentes y primeros ministros, junto a otras personalidades, a fin de que reflexionaran sobre la "gobernanza progresista"...

el 15 sep 2009 / 03:06 h.

Hace unos días se publicaba la noticia de que Gordon Brown había reunido en la campiña inglesa a presidentes y primeros ministros, junto a otras personalidades, a fin de que reflexionaran sobre la "gobernanza progresista", en un intento de elaborar un pensamiento de avanzada con que encarar los retos de este siglo. Por su parte, en una posición muy diferente, Esperanza Aguirre quiere proponer un debate de ideas en el seno del PP, aunque, por el tiempo en el que resumió las suyas, parece que las tiene claras y son pocas. Sea como fuere, las crisis tanto de la izquierda como de la derecha se quieren resolver desde la reflexión y la elaboración de un pensamiento. Y en este punto convendría decirle a los políticos y políticas, que no piensen, que lean. En efecto, que dejen a los pensadores la producción ideológica y que ellos se empeñen únicamente en llevarla a la práctica mediante la acción de gobierno, pues cuando estos papeles se trastocan y son los responsables políticos los que asumen la tarea de pensar y actuar al mismo tiempo, resulta que acaban pensando como actúan, y el fundamento político que debe guiar su actividad política se convierte en un conjunto de estrategias con las que sortear los retos políticos diarios.

Un ejemplo de lo anterior es lo que está ocurriendo con la llama olímpica. A falta de una reflexión más profunda sobre los derechos humanos, en ausencia de un compromiso que dé primacía a la política sobre la economía, una Europa desorientada ha convertido el recorrido de la llama olímpica en un desconcierto, no sólo de organización sino ideológico. Sublimando lo que no es más que un invento, el espíritu olímpico, invento de un Comité al que pertenece lo más granado de la sociedad internacional, señoras y señores impecables en el vestir, viajar y comer, descomprometidos con cualquier emprendimiento que no sea ese gran negocio que son los JJOO, los han convertido en la alternativa ideológica al gran problema de vulneración de los derechos humanos que vive China. Y así resulta que una antorcha tiene que ser protegida por tres mil policías, que su llama se ha convertido en un altar sagrado a preservar incluso con recorridos alternativos, con maniobras de distracción en la que participan hasta los servicios secretos. El boicot a la antorcha, ahora, y a la inauguración de los Juegos en su momento, se ha convertido en nuestro gran hito ideológico, para defender, como dice el Parlamento Europeo, la autonomía de un pueblo que, al fin y al cabo, es una teocracia en la que las mujeres no existen, pero en el que se ha encontrado una estrategia con la que desembarazarse de la mala conciencia de occidente por su colaboración con China.

Éste es realmente el problema que late en el fondo de estos acontecimientos, que la vulneración de los derechos humanos en China se está produciendo ahora; que la explotación laboral es una realidad en la actualidad, como nos pueden dar cuenta las empresas allí instaladas en las que una mano de obra campesina y barata, que vive, duerme, come, seguramente muere en las mismas fábricas, es la que está manteniendo una producción que recorre el mundo pero que a pocos llega en su propio país; que la persecución política de los disidentes se está produciendo en estos momentos; que la feroz contaminación creará un clima insostenible; y que el boicot no es más que una respuesta ridícula a un reto ideológico que no se quiere asumir.

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