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Qué reyes ni qué camellos

Las Reinas han dado el golpe con un bazar dedicado a lo último y lo exclusivo, algo que estas Navidades va a provocar auténtica adoración entre vanguardistas, modernos y gays. No es Feria, sino Regina. La Regina de las vanidades. Se siente por los tres tipos de los camellos que regalaban corbatas de Oriente.

el 14 sep 2009 / 20:52 h.

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Las Reinas han dado el golpe con un bazar dedicado a lo último y lo exclusivo, algo que estas Navidades va a provocar auténtica adoración entre vanguardistas, modernos y gays. No es Feria, sino Regina. La Regina de las vanidades. Se siente por los tres tipos de los camellos que regalaban corbatas de Oriente.

Reinas son Abelardo, Antonio y Jose, con acento en la o. Sin la menor duda, lo mejor de un establecimiento la mar de raro y de estiloso que ayer, en una especie de ceremonia de coronación o puesta de largo celebrada con libaciones del café de George Clooney, llenaba de risas, música, simpatía, diademas doradas y monerías de diseño (amén de poner perdida de plumas delirantes) la esquinita que le han rebañado estos genios a la Sevilla de los diteros, los gargajos, las tabernas, las leyendas, los avemarías y los cachivaches herrumbrosos del Jueves, con la que forman un juego de contrastes deliciosamente grotesco.

"¿Has visto el azúcar teñido, qué maravilloso?", exclama Abelardo Ruiz, la reina madre, cuya distinción broadwayana haría pensar que en cualquier momento vaya a arrancarse con unos pasos de claqué bajo una lluvia de pétalos de rosa, si no fuese por un ataque de lumbago que lo tiene al pobre frito. El azúcar al que se refiere justifica su entusiasmo no sólo por llamarse sucre coloré, sino porque con sus tonos en azul, naranja, negro o fucsia colorea y decora lo mismo un café que un postre. Nada que ver con el Tang.

Si acaso con el yang, porque en Reinas se respira karma del bueno, dado que allí todo es de marca. Y no sólo de marca, sino que a ver quién es el guapo que lo encuentra en otro sitio. Lo advierte Antonio Hachero, quien comparte esta vocación de vendedor de lo insólito con su profesión de doctor anestesiólogo en el Infanta Elena de Huelva y la Cruz Roja de Sevilla. Muy útil su presencia allí para cuando a uno le dé un dolor al ver una taza de té de Hermès a 160 euros, platito aparte.

Pero entre él, Abelardo y Jose Pintado (maestro de profesión y, dentro del trío de propietarios, el cazador de cosas guays o cool hunter, que dicen ellos) se las arreglan para demostrar que siempre hay un precio asequible para todas las ansias de vanidad, lujo y exclusividad: ya sea unos chocolates Pancracio al capuccino, la miel y el caramelo (13,50 euros), un originalísimo bolso hecho con matrículas de coche (152 euros) o un radiante florero diseñado por Zaha Hadid y Massimo Morozzi (se ignora el precio, por miedo a que se resbalara al darle la vuelta y se abollara).

Hay hasta agua mineral natural de los Vosgos, que es adonde Gladiator iba a por bárbaros. Una tienda que no es historia porque en ella nada se repite, pero que la hará en una Sevilla que le está cogiendo el gusto a no ser siempre ella misma.

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