Los rostros de Mariluz, de Amy o de Madeleine nos interrogan desde vitrinas, escaparates y estaciones de autobuses. Al día de hoy, no menos de 200 menores desaparecidos en España buscan alguien que les encuentre. No se sabe dónde, no se sabe cómo, no se sabe por qué, pero hubo un momento fatídico en que alguien, en casa, miró un reloj y un escalofrío les recorrió la intuición. Luego, llegó la policía, los testigos de sus últimos pasos, los bienintencionados rastreos, las noticias: el drama convertido en tragicomedia por una sociedad que busca el pan y el circo de la televisión basura. Seguro que Mariluz, que esos locos bajitos en poder de Garfio, estarán esperando en la isla de los niños perdidos a que Peter Pan llegue a rescatarles.
