José Manuel Cabello No quieren generar falsas expectativas. No llegan con la intención de recuperar los 5.000 empleos que, en los buenos tiempos de los astilleros, llenaban de vida la factoría. Pero sí pretenden resucitar parte de la actividad que da sentido a esas instalaciones. Sevilla Shipyard es el nombre que da cobijo a una empresa familiar, constituida en septiembre de 2012, la primera que ha mostrado un interés real por recuperar la actividad naval en Sevilla. No se trata de construcción de barcos, sino de su reparación, arreglos competitivos en plazos y costes, y para ello, han realizado un minucioso estudio del mercado basándose en el tráfico de barcos que transitan por el Guadalquivir. Solo en un año el número ronda el millar, y una cuarta parte tiene necesidad de ser reparado. El objetivo es atraer para Sevilla a uno de cada cuatro barcos, de esos 250 que necesitan pasar por el taller. Aun así, optan por la prudencia y se fijan como objetivo comenzar con 25 reparaciones. Luis Ramón de Celis Landa, presidente de la sociedad, de la que también forman parte sus tres hijos, dio a conocer el proyecto en un desayuno informativo en Antares, en el que aseguró que con esta actividad de arreglos no corremos ningún riesgo porque es un negocio seguro, para el que existe una alta demanda y además se trata de un mercado que llevan varios años analizando al detalle. El presidente de Sevilla Shipyard, Luis Ramón de Celis, junto a su hijo, Pablo de Celis, ayer en Antares. / J. M. Espino (Atese) Sevilla Shipyard ha solicitado oficialmente a la Autoridad Portuaria una concesión administrativa que se prolongaría por espacio de 35 años para ocupar una parcela de 11.000 metros cuadrados, el dique seco y un área anexa de oficinas. El astillero de Sevilla tenía 300.000 metros cuadrados y nosotros vamos a usar solo 11.000 metros. Se pueden instalar muchas empresas ahí, señaló De Celis, que aseguró que no venimos para especular y marcharnos dentro de dos años. El Puerto ha publicado en el BOE esta solicitud y, si en el plazo de un mes no aparece ninguna empresa interesada en los mismos suelos y para una actividad similar en cuyo caso haría falta abrir un concurso público, Sevilla Shipyard asegura que el primer buque podría regresar al antiguo astillero el 15 de junio. No obstante, será difícil cumplir esa ambiciosa pretensión, puesto que el consejo de administración de la Autoridad Portuaria se reúne el 10 de ese mes. El modelo que plantean es pionero y no lo han puesto en práctica en ningún otro puerto español. La idea es contratar como plantilla propia a unas diez o doce personas de mandos intermedios y directivos conocedores del sector, mientras que el resto de trabajadores que se encargarán de las tareas de reparación procederán de la subcontratación de empresas de la industria auxiliar naval con experiencia previa en el astillero. Para ello, Sevilla Shipyard ya ha establecido contactos con las principales empresas vinculadas a la actividad naval en la provincia y seguirá haciéndolo en los próximos días. La intención es movilizar a unos 70 trabajadores, que irán subiendo progresivamente hasta alcanzar los 110 en el quinto año, repartidos en dos turnos, de mañana y de tarde, a sumar a los 700 empleos indirectos que, según sus estimaciones, estarán vinculados a su actividad. Ante algunas dudas surgidas por la reciente constitución de la sociedad y su capital social de 4.000 euros a la espera de obtener la concesión, el presidente de Sevilla Shipyard explicó que se fijó en las instalaciones de la factoría naval hace tres años, aunque las conocía bien porque se ha pasado prácticamente toda su vida profesional ligado a Astilleros (entró en la empresa en 1963), reconvertida luego en Izar y Navantia. Lleva desde hace un año la dirección comercial de Metalships en Vigo, cuya misión es atraer barcos de reparación, por lo que conoce bien a los armadores y todo el negocio. Y eso es lo que piensa poner en práctica para Sevilla. Además, no cerró la puerta a que en un futuro, en función de la carga de trabajo, abran la puerta a nuevos accionistas, pero por ahora podemos asumir el proyecto en solitario. Pero vayamos a los números. La empresa calcula que cosechará unas ventas superiores a los cuatro millones de euros el primer año, en el que tendrá que desembolsar una inversión inmediata de un millón que, a lo largo de un lustro, se elevará hasta los cuatro millones. El espinoso asunto de la financiación, escollo insalvable para muchas empresas, no debe ser un problema, explicó De Celis. Primero, porque de esos cuatro millones un tercio procederá de recursos propios (en torno a un millón), mientras que otra tercera parte la facilitará la Junta a través de la Agencia IDEA como un préstamo a devolver en las mismas condiciones que a un banco y el resto procederá del sector financiero y ya está garantizado. A partir de los cinco años la inversión estará amortizada y se obtendrán beneficios, aseveró.