Las conclusiones de diversos estudios encargados por el Gobierno echan por tierra una opinión muy extendida que sostiene que los agricultores apenas se llevan ganancias por sus productos mientras que las cadenas de distribución doblan y hasta cuadruplican el precio de origen por los elevados márgenes de ganancias que se aplican.
Las reiteradas quejas de las organizaciones agrarias han llevado al Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, a poner en marcha estudios realizados por empresas especializadas, que hacen un seguimiento del beneficio generado por los productos en las distintas etapas que discurren desde que salen del campo hasta que llegan a las estanterías del supermercado. Y la conclusión es contundente: No hay márgenes abusivos por parte de las cadenas de distribución, que tradicionalmente cargan con las quejas de todos. Cada agente que interviene en ese recorrido añade valor al producto y cada uno obtiene su porción de beneficio.
Cítricos, lácteos, hortalizas, huevos, carne... alrededor de una docena de alimentos analizados arrojan todos la misma conclusión. La simple comparación entre precio de origen y de consumo es una premisa inválida, y como consecuencia no se puede achacar a la presión de las cadenas comerciales los reducidos importes que cobran agricultores y ganaderos, que rondan una media de tres de cada diez céntimos pagados en la tienda. Ahora bien: las autoridades descartan un ejercicio de mala fe pero no que algunas de las etapas por las que se hace pasar a los productos no sean prescindibles.
Instan a una mayor unión de los productores para defender sus intereses pero rechazan la ley de márgenes comerciales y el doble etiquetado (precio de origen junto al de venta al público) que reclaman Asaja, UPA y COAG. Con independencia de la fiabilidad de los estudios, parece preciso, por todo ello, un mayor control oficial que elimine tramos superfluos en el proceso por el bien de los productores y de los consumidores.
