Ya es un clásico que tras el recuento de votos todos los partidos políticos vociferen que han ganado las elecciones. Pero confieso que, después de lo visto y oído el pasado domingo, sigo preguntándome quién ha salido victorioso de esta contienda. El ganador por número de escaños (Javier Arenas) sigue con la boca desencajada. Sus 50 escaños valen tanto como el cero point obtenido por UPyD y Partido Andalucista.
Sí, serán un partido en la oposición potentísimo, pero en la oposición. Ya se sabe: no es bueno vender la piel del oso antes de cazarlo. El perdedor (José Antonio Griñán) respira aliviado y califica sus resultados de "gesta". Y el que dobla escaños (Diego Valderas) pasea sus resultados por toda España pidiendo a los "perdedores" humildad (¿?).
Los datos son los que son y el sistema es impecable. Si los columnistas, analistas y politólogos de turno de Despeñaperros para arriba siguen sin enterarse de que los andaluces no son estómagos agradecidos sino gente con criterios muy sólidos, peor para ellos (los resultados electorales del 25-M les han garantizado tema sobre el que escribir los próximos cuatros años). El que insulta se descalifica solo. De manera, que ni una línea más. Pero detengámonos de nuevo en la pregunta: ¿quién ha ganado las elecciones? Nadie, absolutamente nadie. Ni Arenas, ni Griñán ni IU. Arenas podrá esgrimir los 50 escaños hasta desgañitarse. Podrá incluso repetir machaconamente que es el PSOE el que no ha querido aceptar su oferta de "pacto de gobernabilidad" (la situación en Andalucía no es ni de lejos la que padecía el País Vasco con la violencia de ETA cuando socialistas y populares decidieron unir sus fuerzas). Todo será inútil. Andalucía, con dos millones de votos, se proclama de izquierdas y la suma de los votos es la que manda.
Pero tampoco ha triunfado Griñán. Mal haría el PSOE en no hacer autocrítica de los resultados del 25-M. Perdieron las elecciones por primera vez tras 30 años de Gobierno. Pese a todo, son una fuerza poderosa. 47 escaños no los consigue un fuerza residual, como querrían verla algunos dentro del PP. Y lo son porque han conseguido que en esta tierra haya unos servicios públicos de los que hay que estar orgullosos. Pero no nos engañemos tampoco. Griñán va a tener que recortar sí o sí. La tijera no es propiedad del PP. Y confío en que, finalmente, no tenga que hacerlo en esos servicios públicos que dice que son intocables, es decir, sanidad y educación. Porque pregunten en el ambulatorio, en el hospital, en el colegio de su hijo... si no hay recortes. ¡Claro que los hay! Consultas de especialistas que se suprimen, materiales que escasean, programas educativos que no llegan... No es hablar por hablar. Pasa. Tan solo hay que poner el oído. Griñán tendrá que hacer encaje de bolillos porque, además, IU le estará amenazando con retirarle su apoyo a la mínima. Espero también, ingenua que es una, no escuchar que la culpa es del otro...
Pero si hay una fuerza que debe dar la talla esa es IU. Cómo no disfrutar de los resultados. Después de años de travesía en el desierto, el trabajo ha dado sus frutos. Pero cuidado con las soberbias. Cuidado con creerse que han ganado las elecciones. Son la llave de la gobernabilidad, papel crucial sin duda, pero de ahí a pedir humildad a los "perdedores" hay un trecho. IU tiene derecho a defender que se hagan sus políticas y propuestas pero, si me permiten, debe aprender a manejar un discurso de Estado del que adolece. Será una pose, qué se yo, pero las andanadas de según qué dirigente me siguen dando escalofríos... La última la protagonizó José Luis Centella, que le mandaba ayer un mensaje a Rajoy: "Andalucía le ha dicho a Rajoy que tiene que dar marcha atrás". ¿Se le olvida a Centella que Rajoy es presidente no solo por los votos de Andalucía, sino por los de miles de personas de otras comunidades?
Volvamos a la pregunta pues. ¿Quién ha ganado las elecciones? Nadie y todos. Con la situación crítica que vive Andalucía, los resultados permiten que PSOE e IU pacten y que Arenas, si se queda en el Parlamento, busque sumarse a las iniciativas que sean buenas para esta tierra.
