Numancia, uno de los más bellos relieves modelados por Castillo Lastrucci, que aparece en el documental del cine club Claudio Guerin. / El Correo
«Las ingratitudes mundanas», responde su bisnieto, el también escultor e imaginero Jesús Méndez Lastrucci. Ese asesino en serie de artistas y genios, el espíritu miserable (y no una insuficiencia respiratoria, como dicen), fue el que mató a uno de los más grandes talentos que ha dado Sevilla: Antonio Castillo Lastrucci. Esta noche se estrena en el Círculo Mercantil el documental sobre la vida y la obra de este hombre, regenerador o reinventor de la Semana Santa merced a sus muchas figuras y misterios. Si a su muerte la policía hubiese tenido que perfilar su contorno con tiza sobre el suelo, esa silueta habría incluido la gubia, porque hasta el último de sus días lo halló el destino trabajando en su estudio. Sin embargo, nada de eso sucedió. En Sevilla, al menos en Sevilla, hay una excepción fija a esa ley que dice que el criminal nunca gana: esas «ingratitudes mundanas», ese genocida de todo lo mínimamente elevado que siempre escapa de rositas. Este documental del cine club Claudio Guerin es una prueba más de lo injusto de esa impunidad.
Alfonso Vidán y Juan Antonio Cuevas, realizadores, ya habían firmado otros audiovisuales sobre celebridades artísticas cofradieras: Juan de Mesa, la Roldana, Ruiz Gijón... «Una diferencia con los trabajos anteriores es que esta vez teníamos a la familia», cuenta Vidán, «y hemos aprovechado esa ventaja para sacar más cosas, profundizar más en el carácter y en las curiosidades del personaje, ir más allá de los misterios que hizo para la Semana Santa y ver cómo era, cómo vivía él las cofradías, qué pasaba en su estudio... Las nietas nos han contado todo eso, historias muy bonitas, y también hemos conseguido ver el lado más desconocido: la obra profana de Castillo Lastrucci y la que tiene repartida por Málaga, por San Fernando, por Jerez...» Juan Antonio Cuevas, el otro nombre de la dirección, dice que «tenía muchísimas ganas de reflejar la Sevilla de principios del XX a través de Ocnos, de Cernuda, del que se han tomado la Catedral, el río y las tiendas de la Plaza del Pan. Y la música también es importante: la Nana de Sevilla, con Federico García Lorca y la Argentinita; la Copla del Calvario, de Eduardo Torres; el Tango deAlbéniz, y otras más. Antonio Castillo Lastrucci. Pero es Méndez Lastrucci, el que con su dedo había señalado al culpable del delito, quien le echa doble dosis de emoción a la memoria de su antepasado: «Castillo era un artista enamorado de Sevilla de los pies a la cabeza, un esteta en toda su planta, en su manera de concebir la vida, los sentidos estéticos y las maneras más nobles de expresión; su arte. El inmortal maestro sigue vivo en San Julián, en San Benito Abad, en San Andrés, en Santiago, en la capilla de la O, etcétera. Allí donde sus manos dejaron posadas su sello más personal e intransferible que resumía todo su amor por Sevilla y sus hermandades y cofradías, que le supieron honrar dos veces en vida, y olvidarlo la Sevilla oficial al filo de la despedida de este mundo. El óbito no hace bueno a nadie, sino como se dice: Por sus obras lo conoceréis». Cuarenta minutos de documental encierran la esencia de este amado y olvidado Antonio Castillo Lastrucci, ultrajado por las modas que tomaron el relevo de su arte y ninguneado desde entonces bajo la acusación de mero artesano por quienes, sencillamente, no entendían de escultura. No es casual que la primera escena que se grabó para esta obra audiovisual, el 13 de diciembre pasado, fuese ante la tumba del artista en la iglesia de San Julián. Sin embargo, el mensaje es de optimismo ante el arte y la condición de artista, con esas aportaciones de Cernuda seleccionadas por el profesor Rogelio Reyes Cano; con la música exquisita que habla de Lorca; con el repaso casi furtivo a esas obras profanas que permitió grabar el expresidente del Consejo y también descendiente del protagonista, Adolfo Arenas Castillo; con las aportaciones de la saetera Angelita Yruela, de la familia, del taller de Israel Redondo, de los cofrades... Y, sobre todo, por su objetivo solidario: las ganancias por las ventas de este documental serán para un grupo de alumnos de Comunicación y Arte Dramático puedan lanzar un proyecto profesional. A partir de su presentación de hoy en el Mercantil, la obra Castillo Lastrucci se podrá adquirir al precio de 10 euros en Librería San Pablo, Mundo Cofrade y los quioscos del edificio Sevilla-2 y República Argentina esquina con la Plaza de Cuba. «Será la única forma de poder verlo», advertía Cuevas en la víspera del estreno, con la esperanza de que el criminal, al menos por esta vez, no se salga con la suya. El equipo de realización del documental junto al hermano mayor y priostía de la Hermandad de la Hiniesta.