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Rajoy desafía a Moreno al gran reto pendiente del PP: llegar a San Telmo

El presidente del Gobierno se aferra al optimismo económico, augura crecimiento neto de empleo e incide en que lo peor de la crisis ya ha pasado.

el 03 mar 2014 / 00:01 h.

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Rajoy y Moreno Bonilla clausuraron ayer el congreso del PP-A. Rajoy y Moreno Bonilla clausuraron ayer el congreso del PP-A. Mariano Rajoy, con sus silencios, su empeño en dilatar e ignorar el proceso sucesorio en Andalucía y su apuesta final por Juan Manuel Moreno Bonilla, desautorizando a su número dos, María Dolores de Cospedal, y desbaratando los planes de la propia dirección de los populares andaluces, ha sido el gran protagonista de la convulsa vida interna del PP en los últimos meses. Pero ayer llegó como si nada. Impertérrito, imponiendo retos y desafíos al futuro candidato del PP andaluz y convencido de que el balance final de una gestión dura y difícil en su Gobierno acabará con creación de empleo, recuperación y optimismo. Fue recibido entre aplausos, vítores y loas a su trabajo en La Moncloa. Nada más acceder al Palacio de Exposiciones de Sevilla, donde el PP-A se ha conjurado para pasar página en torno al flamante, joven y entusiasta presidente, Rajoy lo dejó claro: «En el PP no hay heridas», dijo a una nube de cámaras poco después de celebrar la liberación del periodista Marc Marginedas. Ese es el guión oficial. Nuevos rostros, gente joven y una consigna: se acabaron los bandos, las batallas internas y las fracturas en el seno del Partido Popular, repetían ayer al unísono los dirigentes de todas las provincias como un credo y después de haber respaldado a Moreno Bonilla con un 98% de apoyos. Fue una jornada de agradecimientos, de abrazos y de lágrimas. El presidente saliente, Juan Ignacio Zoido, le habló sobre todo a Sevilla y no ocultó su liberación por salir «con el deber cumplido». A Moreno Bonilla le embargó la emoción y avanzó algo más en cuál será su hoja de ruta política a partir de hoy lunes, cuando reunirá a su nueva ejecutiva para dejar claro el reparto de responsabilidades. Y Mariano Rajoy subió al escenario del cónclave popular para ponerle los deberes al candidato. Se lo dijo claro: «Lo deseabas intensamente. Tú lo has querido», le espetó en una máxima que sonó a algo así como prepárate para lo que te espera o confío en que sepas bien el lío en el que te metes. Le ofreció su total apoyo y le impuso cuatro tareas. La primera: «El reto es San Telmo». Llegar al Gobierno andaluz, el gran desafío pendiente para un PP que lleva más de tres décadas en la oposición y que aún ganando en los últimos comicios no ha podido gobernar. Ése es el gran desafío, el «milagro» como llegaron a decir los socialistas cuando todavía no se creían que el PP pudiera ganarles en su gran bastión. Porque los populares no gobiernan pero como ayer repitieron reiteradamente han vencido en los tres últimos comicios (generales, municipales y autonómicas). Segunda tarea: «mantener la cuenta de resultados». Sostener el caudal político e institucional que atesora el PP en esta tierra y que, dicen las encuestas, que en el último año y medio está prácticamente dilapidado. Tercera tarea: «Mantener la unidad». Cerrar heridas, ni vencedores ni vencidos, algo fácil en el photocall de un partido donde todo son sonrisas, palmadas en el hombro y donde predomina una férrea disciplina interna. Y cuarta misión: hacer al PP «altavoz y valedor de los legítimos anhelos e intereses de los andaluces». «Todos te vamos a ayudar, yo el primero», le dijo Rajoy. El presidente del PP agradeció expresamente la labor de Juan Ignacio de Zoido, un líder de transición como él mismo se definió, y también el trabajo del secretario general saliente, José Luis Sanz. Al que estaba llamado a ser el candidato le enfocaron en ese momento las cámaras y se confirmó que un gesto vale más que mil palabras. Pese a la elegancia de su salida, su rostro dijo todo lo que no dijeron los discursos. El Partido Popular no ha sabido dar con la receta para convencer a los andaluces de que le den una oportunidad de gobierno. En marzo de 2012 estuvieron casi a punto pero los primeros duros meses de Gobierno de Rajoy, reforma laboral incluida, dieron al traste con esa mayoría absoluta de Javier Arenas que vaticinaban las encuestas. Todavía no se sabe cómo el PP podría lograr ese vuelco electoral que se le resiste desde las primeras elecciones autonómicas en Andalucía pero a Moreno Bonilla le dejaron ayer claro que tiene que conseguirlo. A partir de ahí, el discurso del presidente del  Gobierno retomó los mensajes del  reciente Debate sobre el Estado de la Nación en el Congreso y se apuntó a la recuperación económica sin medias tintas. «Pronto serán tiempos mejores, la crisis será historia en España», proclamó. Vaticinó un buen dato de empleo para febrero, aseguró que «siguen las turbulencias pero que lo peor de la tormenta ha pasado» y sostuvo que por primera vez después de mucho tiempo «se puede mirar al futuro como un lugar mejor». A quienes no quieran ver la mejora de los indicadores económicos los despachó asegurando que visten «las antiojeras de los prejuicios trasnochados». Y por supuesto, en una comunidad con un millón y medio de parados, aseguró que «se empieza a ver la luz en el gran problema nacional: el desempleo». Su pronóstico: crecimiento y creación neta de empleo. Si todo esto se cumple, Juan Manuel Moreno Bonilla tendrá desde luego algo más fácil recuperar el crédito electoral del PP en Andalucía. Ayer propuso al Gobierno autonómico «un gran pacto por el empleo» y prometió «una oposición leal y constructiva». «Tiendo la mano a la presidenta de la Junta», aseguró, «estaré a su lado para afrontar los grandes retos de Andalucía». Eso mismo ofreció la dirigente socialista al inicio del curso político. Ambos tienen pendiente un encuentro al que la presidenta de la Junta aún no ha puesto fecha aunque lleva meses quejándose de la falta de un interlocutor en la oposición. El presidente del PP andaluz apuntó al turismo como «la gran potencia» de Andalucía y aseguró que no va «a admitir lecciones» ni sobre amor a Andalucía ni sobre la protección de los más vulnerables. Es uno de los ataques que ha recibido de los socialistas como secretario de Estado de Servicios Sociales. Aseveró que «nunca el PP va a jugar con los mayores como hacen otros de manera irresponsable», aludiendo a las pensiones. Apeló a las mujeres y abrió el PP «a todo los que quieran sumarse al cambio». Sobre la corrupción, se comprometió a «abrir ventanas» y «alejar todas las sospechas» que se ciernen sobre Andalucía, aunque no mencionó el caso ERE. A los suyos, dos peticiones: «ganar la calle» y que se involucren en «la ola del cambio». Tiene un lado humilde que le hace mucho bien. Pidió «una oportunidad» e indulgencia con sus posibles errores porque es «primerizo». Y el PP le respondió que sí,  deshaciéndose en aplausos y vítores, porque así es el partido, disciplinado, y quizás también por propia supervivencia.

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