Rajoy tiene hasta el martes para decidir cómo arregla los destrozos que en los últimos días han causado Caja Madrid y la polémica marcha de Costa en el seno del PP. Entre las soluciones posibles para poner orden en el partido está en primer lugar la posibilidad de sancionar al vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, por sus palabras contra Esperanza Aguirre el pasado lunes.
En este sentido, el Comité de Derechos y Garantías del PP estudia imponer al segundo de Alberto Ruiz-Gallardón una sanción grave salvo que el vicealcalde se retracte, en cuyo caso se optaría por una medida punitiva menor como el apercibimiento. El órgano disciplinario ha citado a Cobo el próximo miércoles para que realice las alegaciones que considere oportunas.
Estando Génova en la tarea de decidir sobre Cobo, desde el PPCV llegó una nueva rebelión. El diputado y ex ministro del PP Juan Costa dijo ayer que cuando el liderazgo fuerte se ejerce con los débiles, en el fondo lo único que se pone encima de la mesa es una prueba de la debilidad de ese liderazgo, por lo que apostó por abrir un proceso de reflexión en el partido.
En declaraciones a los desayunos de TVE, Juan Costa se refería así a la decisión de la dirección nacional del PP de suspender de militancia a su hermano, el ex secretario general del PPCV Ricardo Costa, una decisión que no consideró justa. Pero no sólo Rajoy fue objeto de sus críticas. Costa arremetió contra el propio presidente de la Generalitat, Francisco Camps, de quien opinó que "en esta crisis no ha estado a la altura de lo que se exige de un líder político".
La oposición socialista en Valencia no tardó en aprovechar las palabras de Costa para decir que el PP, a raíz del Gürtel, "se ha topado con Zipi y Zape", como calificó a Ricardo y Juan Costa. El secretario de Acción Electoral del PSPV, Víctor Sahuquillo, dijo tras las palabras del ex ministro de Aznar que es el "nuevo azote" de los populares en la Comunidad Valenciana.
Lo cierto es que la suspensión de militancia de Costa ha abierto un nuevo escenario en el Partido Popular valenciano, donde su presidente, Francisco Camps, está dispuesto a tomar "las decisiones que correspondan" para mantener la unidad. La medida que adoptó el jueves la dirección nacional del partido ha aumentado la intensidad de las voces que cuestionan la gestión del presidente valenciano tras el Gürtel, tanto a nivel autonómico como nacional, y ha alineado el discurso de sus principales apoyos.
Uno de los más contrariados es el presidente provincial del PP de Alicante, José Joaquín Ripoll, quien considera que el ex secretario general del PP de Valencia no debería ser el único "afectado" por la relación del partido con la supuesta trama.
La encargada de poner paz entre tanta desavenencia y de lanzar un guiño a la militancia fue la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, quien pidió ayer disculpas a los militantes del partido y al conjunto de españoles porque "no se merecen" la forma de actuar del principal grupo de la oposición. A su juicio, las declaraciones del ex portavoz del PPCV, Ricardo Costa -que el jueves se presentó como secretario general pese a su cese- son "más graves" que las de Cobo, aunque calificó también éstas de "inaceptables".
De Cospedal arguyó que es "completamente impropio" que Costa intente "seguir ejerciendo un puesto que no le corresponde" y añadió que así lo consideró "la inmensa mayoría" del partido, en el que todos los militantes con los que ha hablado le transmitieron que se quedaron "bastante estupefactos" cuando Costa se reivindicó como secretario general del PP en la Comunidad Valenciana.
