Rakitic celebra su gol junto a Marin. (J. Muñoz / Efe)
Dentro de unos días el Sevilla tendrá nuevo presidente. Pepe Castro, un hombre que lleva años trabajando en la casa, sucederá en el cargo a José María del Nido. Todo un reto para él y para el club, que lucha por reverdecer laureles tras unos años difíciles en los que la transición del Sevilla de los títulos a otro también competitivo igualar a aquél es casi utópico se ha hecho más espinosa de lo deseado.
Por ello, ver al equipo de Unai Emery dormir en puestos europeos aunque quede un mundo por delante supone una alegría para la afición, especialmente por lo que le transmitió con su juego: serio y solidario a la hora de defender y explosivo en ataque, con tres goles marcados y ocasiones para haber dado un repaso aún mayor al Getafe.
De todo ello tuvo mucha culpa un futbolista que brilló con luz propia: Ivan Rakitic. El internacional croata elevó sus registros a 10 goles y 10 asistencias cuando ni tan siquiera se ha alcanzado el ecuador de la temporada. Sus números hablan por sí solos. Rakitic, sencillamente, está que se sale.
A sus 25 años, el capitán del Sevilla vive su mejor momento. Y él lo sabe. Por eso no ha firmado la ampliación de contrato que le propone el club. Su hermano, la persona que lleva sus asuntos, tiene previsto aterrizar en Sevilla dentro de dos semanas. Justo después de que Pepe Castro sea proclamado presidente con todas las de la ley. ¿Casualidad? No. El encuentro está previsto y será entonces cuando se pongan las cartas sobre la mesa.
El Sevilla sabe que conseguir la firma de Rakitic le costará rascarse, y mucho, el bolsillo. Pero el croata se lo ha ganado. Ha subido no uno sino varios escalones en su juego y no sería descabellado verle algún día en un club de los llamados poderosos. Pepe Castro, su consejo y Monchi saben que pueden dar un golpe de mano si Rakitic firma. Sería la operación del año.
