Concierto de Raphael en el Auditorio de Fibes. / Foto: Pepo Herrera Por Álvaro Parra. (FOTOGALERÍA DEL CONCIERTO) Luces apagadas en el auditorio de Fibes al que no se le intuyen siquiera butacas vacías, la música nace propiciada por una banda que acompaña a la más absoluta oscuridad, cuando súbitamente aparecen destellos cegadores que anuncian la llegada al escenario del artista absoluto, Raphael. Sonrisa embaucadora, elegante clava su mirada en el infinito, y elude los aplausos que tres generaciones le regalan entusiasmados, mientras entona los primeros versos de la magnífica Si ha de ser así. Concierto de Raphael en el Auditorio de Fibes. / Foto: Pepo Herrera Un torbellino de emociones al interpretar sus canciones, histrionismo puro que consigue empatizar a la perfección con los que le presencian. Muchos son los trajes que puede vestir; el del romántico, el del alegre, el del desdichado... Pero siempre sin desprenderse del que le hace estrella irradiadora de sentimiento. A veces se ayuda de sus manos (moviéndolas violentamente en forma de reprimenda o acariciándose cómo si la piel de su anhelada amante se tratase), otras de sus expresiones faciales (irónico sonríe para mostrar incomprensión, o ensimismado e introvertido susurra secretos a los allí presentes), y si esto no es suficiente, encuentra motivos en el mobiliario para sustentar su alegato (simulando una cena de pareja con mesa y vino incluidas, sirviéndose de un atril o desplazándose por unas escaleras). Y dicha manera tan soberbia de actuar viene acompañada por La voz. Esa que sin quererlo ha decorado los recuerdos de nuestra infancia, y que para muchos también ha dado color a momentos transcendentales de juventud y madurez. Su forma de alargar las sílabas finales con un juguetón vibrato, la pronunciación de la s tan particular, el torrente y vitalidad que desprende... Pura magia. Los asistentes entregados con cada una de las canciones aplauden al comienzo, final e incluso durante las mismas. No son pocos los piropos y halagos que con gracia andaluza se escuchan y que provocan sonrisas cómplices en el destinatario. Interacción total con un público variopinto, que evidencia que el artista vive una segunda juventud, y que ha sido capaz de acceder a un target más juvenil. Aunque éstos no igualen en vitalidad a los supuestos sexagenarios, dicho sea de paso. Un espectáculo que roza las tres horas de duración y donde se suceden una treintena de canciones, conformando un repaso a la vasta lista de éxitos que el cantante posee. Los himnos Hablemos del amor. Digan lo que digan, mi gran noche... Acompañan a las canciones que ha decidido revisionar en su último disco editado De amor & desamor, cuyo título hace referencia al tema común de las seleccionadas, y a las que le sienta genial su nuevo aspecto, ya que sus anteriores arreglos estaban algo desfasados en el tiempo. Un éxito absoluto el cosechado en la primera de las tres noches consecutivas que el cantante desarrollará en el auditorio de Fibes de Sevilla .Impecable la actuación que la mayor leyenda viva de la música de nuestro país, agotador absoluto de elogios, nos regala próximo ya a su 55 aniversario encima de los escenarios. Y que tengamos el privilegio de disfrutar de su arte por muchos años más.