Alguien había de poner pie en pared y está haciéndolo Maribel Montaño. Con experiencia y sentido común, está recogiendo las velas que otros desplegaron sin saber qué vientos soplarían. El año sevillano es viejo, con fechas de almanaque señaladas desde hace mucho y, desde luego, las de Navidad tienen un color muy distinto al de ese Festival Entreculturas, hijo de una nonnata Carmen que, a su vez, se quiso meter con calzador en la Bienal de Flamenco. Si unimos la llegada de esta comandante mandando parar a las perspectivas de que el Festival de Itálica vuelva a su redil aprovechándolo para dar al Ballet de Andalucía y el Centro de Danza una buena relación "precio-calidad", es que empezamos a entrar en razón aunque sea por la crisis.
El tiempo de los personalismos ha pasado pero, por eso mismo, resulta sorprendente que aún no exista un único escaparate de la programación cultural sevillana para dar al ciudadano y al visitante (a los que poco importa la Administración programadora) una panorámica completa (las noches de la Cartuja son desconocidas, seguro que por falta de dinero para promoción). Y también esa negativa en redondo a que el coliseo italicense se use para actos mientras en Baelo Claudia los hay todos los días o el de Nimes, en Francia, hace de plaza de toros. La razón no sólo ha de funcionar con la crisis; también por una concepción actual de la cultura.
Antonio Zoido es escritor e historiador