Un rebelde a la búsqueda de innovadores para despertar a Europa. Con este titular, sin duda provocador, el Financial Times ha publicado unas polémicas declaraciones de Felipe González, entrevistado como responsable del recién creado grupo de sabios sobre el futuro de Europa. Por esa misma fecha, Le Monde informaba de la agenda de la reunión en Paris de Tony Blair con la UMP, el partido francés de centroderecha creado a la medida de Jacques Chirac, ahora presidido por el excesivo Sarkozy.
Felipe González habló de la errónea estrategia de Europa desde la caída del muro de Berlín. De la necesidad de corregir la pérdida progresiva de poder económico y geopolítico, de la dependencia energética de países inestables, de la "rigidez" del modelo económico y empresarial. Señaló la urgencia de invitar a expertos en innovación para enfocar el futuro de Europa. Recordó que "empecé a preocuparme durante el conflicto de los Balcanes, cuando descubrí que el 95 % de la información de la inteligencia europea recibida procedía de satélites norteamericanos".
A su juicio, la agenda de Lisboa identificaba bien los síntomas de la enfermedad europea, (escaso crecimiento, pérdida de competitividad, ensanchamiento de la brecha tecnológica), pero la diagnosticaba mal. Entiende que existe un problema cultural, una excesiva protección mutua de las elites políticas, empresariales y sindicales, que asfixian la innovación. Piensa que hay que dedicar menos tiempo al debate de la identidad europea y más al proyecto común que los ciudadanos quieren compartir.
La UMP, por el contrario, ha recurrido a Blair para confirmar sus tesis antifederalistas para Europa, su vocación geoestratégica atlantista, la misma que Aznar y Blair usaban para legitimar la guerra en Irak. Según se ha publicado, el objetivo era recuperar "el corazón de una Unión que se ha desplazado al Este". Una reunión para reivindicar la antigua convergencia de "visiones", la de Blair, Aznar y Berlusconi. Para cuestionar también el "decadente" estado del bienestar. Como ha escrito Raffarin, dirigente de la UMP, el futuro de Europa ha de quedar condicionado a la idea de nación de Francia y Gran Bretaña, legitimadas en su preeminencia por su tradición de más de mil años. A la defensa de una sociedad fundada en el respeto a la ley y contra los valores "antisociales", que respeta la diversidad, pero que "asume su herencia cristiana y su historia multisecular".
Dos visiones ideológicas de Europa enfrentadas. Por un lado, una trinchera defensiva, fundada en la ensoñación de rancios recuerdos imperiales y coloniales, camuflados bajo falsos ropajes de modernidad y sometidos al mando a distancia del imperio. Rehenes de un decadente estado nación, a ese refugio sin futuro de viejas ideas amortizadas. Por otro, un reto intelectual exigente. Una visión inconformista, una rebeldía innovadora. Un compromiso de personas dominadas por verbos como despertar, sacudir, impulsar. Personas que cuando hablan de cambio, realmente piensan en progreso.
Gonzalo Suárez Martín es abogado
