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Reflexiones desde mi toalla (II)

Hoy ha entrado el levante, este año salta flojito. No entiendo por qué este viento es tan mal querido, por qué ese desamor; al contrario, jamás podrá agradecerle Cai a este viento prodigioso su manera de ser, con más virtudes que defectos.

el 16 sep 2009 / 07:03 h.

Hoy ha entrado el levante, este año salta flojito. No entiendo por qué este viento es tan mal querido, por qué ese desamor; al contrario, jamás podrá agradecerle Cai a este viento prodigioso su manera de ser, con más virtudes que defectos. Un atribulado director de hotel caro estaba un día de los nervios, traté de consolarlo y me dijo: hombre, es que un escocés le ha pegado a la bola y todavía no ha bajado (más viento hay en Edimburgo). Eso es lo malo, pero, otra vez, un patrón mayor me comentó que la verdadera parada biológica de Cádiz era el levante: "por eso, el voraz es único" (al norte de Cai le dicen besugo); creo que en realidad es un parapeto biológico. Gracias al levante no aparecen por aquí ni Belén Esteban ni Pipi Estrada (tenemos los nuestros) ni predomina el look madriles que disfruta Gandía, a saber, camiseta de tirantas, calzonas de maratón con raja por la que se entreve la güevera calaita, sandalias o botines y su mariconera. Empieza a picar la levantera, me llama la atención que mis vecinas de toalla sólo se tapen la cara y nada más. Del amigo cada uno se defiende como puede, sigue intrigándome la laca que usa doña Teo, será la clave de su éxito insistente. En la Provenza se sienten orgullosos de su viento; su gran literato nacional lleva Mistral por apellido, y lo dio a Gabriela y Nati.

Aquí, nuestro Alberti no quiso tanta carga del viento progenitor, prefirió el melón, la calabaza, el tomate y la sandía; mira que busco (será poco) y sólo encuentro que lo honre a Papá Levante. En ese país mediterráneo donde Picasso encontró su Andalucía ensoñada, escuché a los paisanos de Arlés decir con orgullo que su viento sopla tan fuerte que levanta el rabo de un borrico. Los borricos nacionales levantan el rabo solos, a veces con otro viento tormentoso; el viento aquí se lleva las litronas, hace un rato que una fiambrera de metal de las antiguas, con una tortilla de papas de dos pisos, inicie el vuelo y lo más probable es que americe por Tánger. El guiri lleva un cuarto de hora detrás de una gorra que dice I Love Obama.

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