La Eurocámara vuelve a denunciar los abusos urbanísticos en España, en esta ocasión con la amenaza de congelar la recepción de ayudas comunitarias. Sólo queda que Dios baje y dé un discurso. Todo lo demás ya ha tenido lugar: la hecatombe económica derivada de la ambición inmobiliaria de los agentes del mercado, el desempleo generado tras la explosión de una burbuja que no podía hacer otra cosa que explotar, el daño medioambiental sin precedentes, la pérdida duradera de confianza en representantes políticos corruptos, el repunte del racismo tras el desempleo masivo o la intolerable actualidad de la sentencia "muchas casas sin gente; mucha gente sin casa".
Por fortuna, cada vez hay más ciudadanía que decide unirse. Los barrios hierven en iniciativas encaminadas a conseguir una vida digna. En Sevilla, desde ayer viernes y hasta mañana domingo, los barrios en lucha de la ciudad tienen un punto de referencia en la Plaza Nueva: una acampada donde jóvenes y ancianos muestran al resto de la ciudadanía y a la administración pública que el problema existe, que es acuciante y que no están dispuestos a claudicar en el derecho a vivir dignamente bajo techo.