En 1990 era difícil alzar la vista y ver un águila real. Ahora puede que no sea fácil pero hay el doble de oportunidades. El parque natural de la Sierra Norte de Sevilla tenía entonces 21 parejas de águilas y en 2008 se han censado 40 parejas de Aquila chrysaetos a pesar de los mandobles humanos.
Si se habla de parejas es porque estas rapaces son monógamas y si se nombra a los humanos la causa hay que buscarla en que, a pesar de que el parque es un enclave protegido desde hace 18 años, las aves tropiezan a menudo con la criba indirecta de los humanos, ya sea en forma de veneno o de tendidos eléctricos.
Precisamente, la Consejería de Medio Ambiente destaca que el aumento de parejas de águila real se debe a una menor interferencia humana en el hábitat de las aves, por lo que el espacio les resulta más acogedor. La mejora es estable dentro del alza. Ya hace dos años, las parejas registradas ascendían a 32, "por lo que la tendencia positiva se consolida y demuestra la buena salud de los hábitats y ecosistemas del parque natural sevillano", asegura Medio Ambiente.
En concreto, Sevilla es la cuarta provincia de Andalucía en número de parejas de esta especie, sólo superada por Jaén, Córdoba y Granada -se calcula que en toda España pueden habitar unas 1.500 parejas de esta especie-, un censo que forma parte de los programas de seguimiento de especies amenazadas de Andalucía, establecidos para determinar el estado de salud de los ecosistemas de la comunidad.
En este sentido, la mejora del hábitat del águila ha resultado en el incremento de la población, principalmente al evitar molestias a las parejas durante el periodo reproductivo y minimizando las amenazas a que se enfrenta la especie.
El uso de cebos envenenados y la electrocución en tendidos eléctricos están las primeras de la lista en cuanto a causas de muerte no natural de las rapaces. "Hemos arreglado hasta 5.600 postes de luz para evitar que se electrocuten, lo que supones unos 900 kilómetros de líneas eléctricas, con lo que se ha solucionado el 80 o 90% de la mortalidad que causaban", explica Fernando Ortega, jefe de los servicios de biodiversidad de la Junta de Andalucía.
Las muertes se producían por el choque de las aves contra los cables cuando había niebla o poca visibilidad. "Lo hemos solucionado colocando elementos visibles en la línea eléctrica", añade Ortega. Y para evitar la electrocución se han instalado aislamientos de goma que impiden que las aves toquen los cables.
En cuanto al veneno, "en 2007 por fin se redujeron los casos, que hasta ahora siempre subían", responde Ortega aliviado. Para animar a los ganaderos a no colocar cebos para acabar con otros depredadores se ha aumentado el periodo de caza "a prácticamente todo el año" en el caso de zorros, por ejemplo. Además, se conciencia a los propietarios de las fincas de que no utilicen veneno y se emplean equipos caninos para localizar los cebos.
Estas medidas se pusieron en marcha en el año 2004, junto a otras como la reintroducción de conejos o la vigilancia y protección de nidos conflictivos. La cifra aumenta: en Andalucía viven 327 parejas, un muestreo que representa un incremento del 56% de la población reproductora respecto a 1990 (208 parejas) y del 7% respecto al censo regional de 2006 (305 parejas).