El señor Slutsky le dio ayer un señor repaso al señor Jiménez. De principio a fin. Pudo ser uno de los partidos más cómodos del CSKA en esta competición. Solo posicionarse bien le bastó. De entrada el CSKA de Moscú salió al campo mucho mejor plantado que el Sevilla. Ocupó mejor los espacios y, sobre todo, el centro del campo, en el que crearon una enorme superioridad. La idea de Jiménez de sorprender a la zaga rusa con la mediapunta de Perotti no surtió efecto, porque siempre se dejaba caer a las bandas. Allí creaba superioridad, pero es que no había forma de que la pelota llegara a los extremos en ventaja. Sobre todo porque los encargados de conectar con ellos, principalmente Renato, anduvieron desaparecidos. Si a ello se le suma que los locales contemporizaron con la pelota, casi nunca arriesgaron y esperaron casi siempre a que el CSKA saliera de su territorio, el resultado es que un equipo estático, que sólo creaba peligro por errores rivales, no por virtudes propias, y que dejó que el conjunto moscovita se sintiera moderadamente cómodo, y no presionado.
La solución de Jiménez ante tanta inoperancia fue la habitual. Kanouté y juego directo. Pocas ideas. Pero eso tampoco resultó. Al margen del segundo gol ruso, el Sevilla apenas creó ocasiones con sus balones en largo ante una defensa firme y siempre encarando de frente.
