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Cultura

Representar lo imposible

Crítica de la obra 'Desconocidos' en el CICUS. * *

el 16 nov 2014 / 17:56 h.

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DESCONOCIDOS * * Lugar: CICUS, 15 de noviembre. Autor: Sergio Baños .Dirección: Julio Fraga. Intérpretes: Daniel Morilla y Violeta Marchena.  El objetivo final de cualquier texto teatral es cobrar vida en un escenario. De ahí que El Certamen de Letras Hispánica de la Universidad de Sevilla desde hace diez años haya asumido el compromiso de llevar a escena los textos ganadores, como este Sergio Rubio, que su prologuista no duda en definir como imposible. La historia gira en torno a dos desconocidos que se encuentran casualmente: un hombre que hace autostop y una mujer que decide llevarlo en su coche hasta su casa, donde lo acaba secuestrando. Pero como el hombre es un escritor en crisis y el secuestro le permite el aislamiento necesario para escribir, apenas se resiste. Así, de entrada nos encontramos con una situación artificiosa y poco verosímil, cuyo objetivo es llevar a cabo un ejercicio literario en el que el teatro se mezcla con la narrativa, haciendo que realidad y ficción se acaban confundiendo. Se trata de un juego interesante aunque, por desgracia, abusa de los elementos narrativos y descuida por completo las acciones. Tal vez por ello Julio Fraga ha decidido llevar a cabo una adaptación que incide en la relación de los personajes, dejando lo literario en segundo plano. Con ello aligera los diálogos e imprime a la puesta en escena un ritmo fluido, quizás demasiado. Y es que si algo destaca en el texto original es su insistencia en los silencios, con los que el autor pretende marcar una atmósfera de suspense y extrañamiento que derivará en que los personajes acaben intercambiando sus papeles. Pero eso se justifica en la obra original gracias al juego literario, y al sacrificar una gran parte de él todo ello se queda a mitad de camino. No obstante, cabe destacar la composición escénica, que Julio Fraga aborda magistralmente, solo con el manejo del mobiliario y los elementos de atrezo que componen la escenografía, así como con el movimiento actoral y la utilización del espacio escénico, con el que el director impone al espectador una cercanía que podría llegar a conmocionarle, si no fuera por su empeño en recalcar la metáfora de los peces con una utilización totalmente artificiosa de los objetos, lo que incide en el hecho teatral. Con respecto a la interpretación cabe destacar a Daniel Morilla, quien hace evolucionar a su personaje y eleva la tensión dramática en las últimas escenas.                                      

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