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Réquiem por el impuesto sobre sucesiones

La carrera fiscal, y política, de las diferentes comunidades autónomas está a punto de asestar en 2008 el golpe de gracia al Impuesto sobre Sucesiones. El pasado año, el 40% de los españoles ya dejó de pagar este impuesto y, en este ejercicio, gracias a nuevas modificaciones, pasarán a ser mayoría los eximidos.

el 14 sep 2009 / 23:28 h.

La carrera fiscal, y política, de las diferentes comunidades autónomas está a punto de asestar en 2008 el golpe de gracia al Impuesto sobre Sucesiones. El pasado año, el 40% de los españoles ya dejó de pagar este impuesto y, en este ejercicio, gracias a nuevas modificaciones, pasarán a ser mayoría los eximidos. Por ahora, sólo los ejecutivos socialistas se resisten a su total eliminación, si bien es posible que de continuar el tremendo proceso de competencia fiscal, la fuerza de los hechos puede obligarlos a entrar en la dinámica destructiva en que han incurrido las regiones gobernadas por el partido popular.

Su desaparición así, a pelo, sin una reestructuración ulterior del sistema impositivo en su integridad, se trata de una magnífica noticia para los más ricos y un paso que aleja a nuestra sociedad del modelo escandinavo, acercándonos hacia el modelo imperante en el tercer mundo, caracterizado por diferencias extremas de bienestar. Porque no se puede perder de vista que el Impuesto sobre Sucesiones tiene como objetivo principal mitigar el alto nivel de disparidad de rentas y riqueza que la economía de mercado genera entre los individuos. No por esto deja de tener en cuenta en su configuración la capacidad económica del beneficiado, permitiendo mínimos exentos. Más: el impuesto de Sucesiones grava las ganancias de capital que no han sido gravadas durante la vida, y, por otro lado, incrementa los tipos impositivos de las rentas de capital. Aún más: siendo la herencia riqueza no ganada por el perceptor desincentiva el esfuerzo al trabajo de la generación beneficiada.

Es un impuesto que sólo defienden algunos progresistas? Valga aquí una anécdota. En Estados Unidos, cuando el presidente Bush intentó, y consiguió aunque deba volverse a discutir en 2010, eliminar el impuesto sobre sucesiones se encontró con una sorpresa: que los muy ricos se oponían. Bill Gates, Warren Buffett, George Soros, los Rockefeller, entre otros plutócratas, rechazaban que una sociedad basada en una aristocracia de ricos fuera superior a una sociedad basada en el mérito personal.

¿Argumentos en contra? Me limito a comentar el que cala más profundamente entre el público, esto es, que se trata de un impuesto que afecta principalmente a la clase media pues los muy ricos consiguen evadirlo. Dicho argumento tiene dos fallos. El primero es que simplemente no existe evidencia de que así sea. El segundo y principal fallo es que, incluso si fuera cierto que los muy ricos tienen mayores facilidades para la evasión de impuestos, de ello no se infiere que lo óptimo sea la supresión de dicho impuesto sino la lucha contra la evasión.

Para dar una idea de lo que realmente está en juego acabo con el aviso de cierre de Michael Graetz y Ian Shapiro en su estudio sobre la escalofriante ofensiva con que la derecha económica norteamericana consiguió la supresión de su impuesto sucesorio: "No vayamos a equivocarnos, los plataformas anti-impuestos trabajan sin descanso para desmantelar el sistema americano de tributación progresiva. Tienen paciencia, seriedad y están decididos. Saben que no pueden lograr su meta de un solo golpe. Su estrategia es esta: extinguirlo a base de un millar de recortes, ¿cuál es la estrategia de sus oponentes?".

José Sánchez Maldonado es catedrático de Hacienda Pública

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