La presidenta de la asociación en defensa de los derechos de la vida animal (Ddevida), Encarnación Ranea, también vivió en primera persona esta historia, ya que "recibimos una llamada pidiéndonos ayuda para salvar al gatito que, asustado, maullaba sin cesar y el miedo no le animaba a intentar bajar".
La primera idea que tuvieron los miembros de este colectivo fue ponerse en contacto con los bomberos de la ciudad para que intentaran rescatarlo. Sin embargo, "al no disponer de grúa, no podían ayudarnos, ya que sería necesario solicitarla a alguna localidad cercana y, lógicamente, no podían dejar desatendido dicho municipio", comenta Ranea.
Desechada esta propuesta, decidieron esperar para ver si el gato, por su propia voluntad, decidía poner sus patas en tierra firme por la noche, alejado de todo el ruido del día y del bullicio que se creó en torno a esta palmera y su peculiar protagonista. Pero no lo hizo. Volvió a amanecer en Utrera y el felino seguía allí, en la parte más alta del árbol y sin el más mínimo interés en bajar.
Entonces, los miembros de Ddevida decidieron contactar con el encargado de la concejalía de Parques y Jardines para que "nos echaran una mano utilizando la maquinaria que ellos emplean a la hora de podar las palmeras".
Esta vez sí, por fin, gracias a la grúa del área técnica del Ayuntamiento, y contando con el trabajo de los bomberos utreranos, pudo alcanzarse al gato con facilidad para ser puesto a salvo. Y todo ello en medio del grupo de personas que, asombradas por lo que estaba ocurriendo, presenciaron atentas tan peculiar salvamento.
Habían pasado unas 30 horas desde que el felino se arriesgó subiendo a la palmera y protagonizó esta curiosa historia que terminó con el animal en brazos de una familia que, ya a salvo, había decidido acogerlo y le esperaba para darle buenos cuidados.