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"Responderemos con más democracia"

El primer ministro y la familia real acuden al funeral por las víctimas en la catedral de Oslo.

el 24 jul 2011 / 14:43 h.

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Un largo redoble de campanas en lo alto de la catedral de Oslo ha dado inicio a una misa en memoria de las 93 víctimas mortales que dejó el doble atentado en Oslo y en el campamento juvenil de la vecina isla de Utoya.

Supervivientes y familiares de las víctimas han desfilado frente a los asistentes que han guardado un respetuoso silencio, el mismo que dominaba la ciudad. Las puertas de la catedral de Oslo han seguido recibiendo a lo largo del funeral flores, velas y mensajes de condolencia, que se extienden en la plaza de la iglesia desde el día de los atentados.

La familia real y el Gobierno al completo, encabezado por el primer ministro, Jens Stoltenberg, también han asistido al servicio religioso, portando rosas blancas.

Los asistentes hacían fila frente a la iglesia, en silencio y ordenadamente, esperando para entrar. Mads Andenas, profesor de Derecho de la Universidad de Oslo, ha explicado visiblemente emocionado que una de sus alumnas, "una fantástica activista política de 21 años a la que conocía bien", murió asesinada en Utoya. Su sobrina también estaba en el campamento de las juventudes socialdemócratas, en el que se encontraban 560 personas cuando se produjo el salvaje tiroteo que acabó con la vida de al menos 85 personas, en su mayoría menores de 20 años. "Pero consiguió escapar indemne", ha dicho Andenas antes de que se le quebrase la voz y comenzase a llorar.

En un país pequeño, de apenas cinco millones de habitantes y gran parte concentrada en Oslo y sus alrededores, muchas personas han sentido muy de cerca la doble masacre.

La ciudad está todavía acordonada y las entradas de las calles vigiladas por militares y policías. Los curiosos hacen fotos en las inmediaciones dónde explotó el coche bomba , a apenas unos metros de donde se celebra la misa, en pleno corazón de la ciudad.

Escenas de emoción contenidas. La población noruega está serena pese a la dimensión de la tragedia, la mayor desde la II Guerra Mundial según el primer ministro del país, Jens Stoltenberg, quién también ha declarado que la "respuesta es más democracia. Debemos esto a las víctimas".

Al terminar la ceremonia, la vida en la ciudad ha vuelto a una extraña normalidad. Las cafeterías y las tiendas han abierto y la gente ha seguido su camino, en silencio. Sin embargo, las puertas de la catedral de Oslo han seguido recibiendo las visitas de los ciudadanos que continúan ampliando el círculo de flores, mensajes y velas.

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