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Resultado ramplón de un equipo ramplón

El Sevilla dijo ayer prácticamente adiós a sus opciones de jugar la próxima Liga de Campeones. No fue capaz de ganar en el campo de un casi descendido Murcia y ofreció un partido, otro más, triste, anodino y pobre, digno del equipo mediocre en que se ha convertido. Y no solo eso, se está complicando hasta jugar la Copa de la UEFA. (Foto: EFE)

el 15 sep 2009 / 03:49 h.

El Sevilla dijo ayer prácticamente adiós a sus opciones de jugar la próxima Liga de Campeones. No fue capaz de ganar en el campo de un casi descendido Murcia y ofreció un partido, otro más, triste, anodino y pobre, digno del equipo mediocre en que se ha convertido. Y no solo eso, se está complicando hasta jugar la Copa de la UEFA.

Al parecer, el Sevilla se estaba jugando ayer entrar en la Liga de Campeones. Y escribimos al parecer porque, por la impresión dada en el campo, la idea sería muy diferente. Jugándose la vida, lo que en fútbol es el objetivo estipulado, salió al campo ramplón, ofreció un repertorio inaudito de imprecisiones y faltas de intensidad.

Eso, unido a la escasez de recursos que maneja ahora el conjunto de Manolo Jiménez, dan como resultado un equipo del montón, que logra resultados del montón (empate con un equipo ya casi de Segunda) y que, por supuesto, se ve incapacitado para alcanzar logros de relevancia, verbigracia, Liga de Campeones. No solo eso. Con el empate de ayer ha puesto en peligro incluso su participación en la Copa de la UEFA, porque por detrás se acercan los rivales y huelen el hedor moribundo de este Sevilla y de su reflejo en el banquillo.

La carta de presentación del Sevilla en el partido fue tan pobre como triste. Inexplicablemente salió al terreno de juego frío, sin intensidad, como si de una pachanga se tratara. Tardó más de 20 minutos en enterarse de qué iba la película en la Nueva Condomina, una película igualmente insulsa en la que el Murcia, limitado por los cuatro costados, quería y casi nunca podía, salvo cuando la defensa nervionense le mostraba el camino. En esos minutos soporíferos solo las salidas en falso de Palop y algunas inseguridades alteraron la linealidad del encuentro, aburrido y pesado.

No obstante, el Sevilla fue a más con los minutos y, a trompicones pero sin ritmo, se fue haciendo con el partido gracias a alguna internada de Daniel o Navas. Por ahí, por la derecha, llegó la ocasión más clara de los de Jiménez, en un remate de cabeza de Keita en el primero palo tras pase del palaciego que se marchó por muy poco (31').

Era la primera aproximación con verdadero peligro de los sevillistas. Luego llegaron un par más porque el Murcia por algo está a punto de certificar su descenso a Segunda y porque, muy de vez en cuando, los hispalenses eran capaces de hilvanar alguna buena combinación. Fue el caso de la otra clara oportunidad del Sevilla, de Diego Capel de volea tras elegante dejada de Luis Fabiano (42'). Pero se marchó alto el disparo del almeriense y el partido al descanso.

La segunda parte la pareció afrontar mejor el Sevilla, con más ánimo al menos, que no acierto. Con todo, asumió el control del encuentro y, como aunque el juego colectivo no funcione la calidad individual no se ha perdido, el equipo andaluz transmitía cierto peligro cuando Navas encaraba, Daniel se incorporaba o Luis Fabiano controlaba cerca del área. Así llegó la más clara ocasión del partido, precisamente con los citados protagonistas, que el delantero estrelló en el palo tras una sutil vaselina a Carini (54').

En esas estaba el partido cuando Jiménez sacó al campo a Koné por Poulsen y el Sevilla perdió el poco control que llegó a tener debido a la superioridad, numérica, del superpoblado centro del campo local. El Murcia tuvo un par de arreones traducidos en faltas cercanas al área erradas o solventadas por Palop. Pero hasta esos arreones propios de equipo menor que se la juega con el corazón se echaron en falta en este Sevilla, que agonizó como un equipo más. De esos que no juegan la Liga de Campeones.

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