Cultura

Retrato de una obsesión

Lugar: Teatro Central, 29 de marzo. Obra: Plexu. Concepción y Dirección escénica: Aurèlien Bory. Coreografía e Intérpretación: Kaori Ito. Calificación: ****

el 30 mar 2014 / 14:13 h.

Inquietante, imaginativa y extrañamente conmovodera. Así es esta propuesta que Aurèlien Bory creara para retratar a Kaori Ito, una coreógrafa y bailarina que a pesar de su juventud ha cosechado numerosos premios y renocimientos. Y es que desde que comenzara sus estudios de ballet clásico en Japón, su país natal, con tan sólo 5 años, Kaori no ha cesado de estudiar y crear en torno al baile. Eso le valió ser considerada como la mejor bailarina de su país con tan solo 18 años. A partir de ahí esta singular coreógrafa y bailarina no dudó en abrirse a nuevas técnicas y lenguajes dancísticos y viajó a Estados Unidos para estudiar con Graham, Cunningham Limón y Hortón, con quienes descubrió las posibilidades expresivas de la danza contemporánea. Esta obra supone un ejercicio de introspección, un estudio sobre las huellas de la danza que se han alojado en su mundo interior, de ahí su nombre, una palabra latina que originariamente significaba entrelazamiento, aunque también tiene la acepción de: red de nervios o vasos sanguíneos. Así, para que la coreógrafa pueda llevar a cabo ese diálogo con su propio cuerpo, Aurèlien Bory, quien se caracteriza por un lenguaje escénico que funde las técnicas del teatro con las del circo y las artes plásticas, ha creado un original e imaginativo espacio escénico que la encierra en un cuadrilátero cercado por un sinfín de hilos de nylón, fijados en el techo y el suelo. La bailarina se pasea entre ellos delimitando un movimiento secuencial de ritmo cadencioso, casi ritual, recreándose en los movimientos y las figuras que su cuerpo va delimitando en su unión con los hilos, con los que en algunos momentos parece pelearse, como si la aprisionaran e intentara liberarse, y en otros entabla un hermoso juego de ingravidez, repleto de sensualidad y ternura. Para destacar todas esas emociones Bory recurre a un exquisito diseño de iluminación que llega una radicalidad extrema en su manejo de los oscuros y consigue recrear una sugerente gama de volúmenes y perspectivas. En ese sentido podría decirse que esta obra, más que un solo de danza, se define como una instalación de arte contemporáneo en la que cuesta separar el movimiento corporal del espacio que lo circunda, por lo que nos produce una extraña conmoción. No obstante cabe resaltare el magnífico trabajo corporal de Kaori Ito que alcanza un alto grado de expresividad y limpieza técnica.

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