José Antonio Reyes ha sido uno de los protagonistas del Sevilla en este año 2012 que ya encara sus últimos días. El utrerano llegó el pasado 5 de enero en loor de multitud, aclamado por una afición que veía regresar a uno de sus canteranos. El tiempo, sin embargo, ha demostrado que ni es el mismo ni parece fácil que vuelva a serlo. Míchel definió su situación así: "Tiene que reconvertirse". Y en ello anda, aunque parece que las buenas intenciones sólo dan resultados de forma esporádica.
Su actuación en el derbi, marcando dos goles y sirviendo otro, ha sido, sin duda, lo mejor que ha hecho en esta nueva etapa como jugador nervionense. Partidos como el que firmó ese día ni se le habían visto ni se le han vuelto a ver, porque en realidad todo o casi todo sigue como al principio: la afición le espera... pero no termina de encontrarle.
Míchel está haciendo todo lo posible por poner en órbita a un jugador que, entre otras cosas, paga su ansiedad por dar alegrías al sevillismo. Sin embargo, en el último partido del equipo, contra la Real Sociedad, se vivió un episodio inusual, con ambos como protagonistas y que se ha vuelto contra el entrenador.
Míchel decidió sustituir a Reyes cuando era el mejor del equipo en ese momento. Al igual que la gran mayoría de sus compañeros, el utrerano había hecho una floja primera parte en Anoeta pero luego, tras el descanso, se echó el equipo a la espalda: cogió la pelota, tiró del carro y rozó el gol en dos ocasiones después de que Gary Medel hubiese empatado el encuentro (1-1). Primero, puso a prueba a Bravo y poco después estrelló el balón en el poste.
Daba la sensación de que el Sevilla podía dar la vuelta al partido, de que era otro equipo... y entonces Míchel decidió sustituir al utrerano. El enfado del jugador era evidente, haciendo gestos de desaprobación con su cara y mordiéndose la lengua. Las críticas al técnico no se han hecho esperar. Curiosamente, Reyes le hace un flaco favor ahora a quien le echó más de un cable en su día.