Ni paños con el Niño Jesús, ni belenes, ni abetos naturales o de plástico, ni los Papá Noel escaladores. El verdadero protagonismo de las fiestas lo están conquistando los Reyes Magos; figuras no simbólicas sino de carne y hueso que, paradójicamente, desde la instauración de la democracia no sólo se reproducen como los hongos, sino que además, últimamente, han conseguido entrar en la realidad mediática mediante las ceremonias de proclamación y de coronación y que incluso están logrando que la iluminación navideña -sobre todo en los pueblos- se ajuste al itinerario de su cabalgata. Lo que fue fiesta infantil se ha transformado en sublime meta de personajes de barrio, medio barrio y hasta cuarto y mitad de barrio.
Si José María Izquierdo hubiese intuido cómo acabaría su invento, a lo mejor hubiera pensado en otra cosa pero, dado que ya no hay remedio, no existe otra salida que la consolidación del fenómeno mediante una asociación de Ex-Reyes Magos, muy útil a la hora de rodar spots publicitarios como los del cuponazo o de esa cuenta bancaria que da tantos intereses. Podrían seguir en la onda mediática posando para Spencer Tunick en una fotografía de miles de Reyes Magos, desnudos o con corona; al cenit se llegaría con una escultura de cada uno de ellos. Sevilla podría superar en poco tiempo a los guerreros chinos de Xi'an y los ex reyes alcanzar la inmortalidad.
Antonio Zoido es escritor e historiador