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Reyes por adelantado

el 28 dic 2010 / 20:39 h.

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La Unididad de Intervención Nocturna visitó ayer a los pequeños en el Virgen del Rocío.

Entre la llegada de Papá Noel y la de los Reyes Magos median 13 días de nerviosa espera. Una vigilia que se hace el doble de larga cuando en lugar de pasar las horas entre excursiones al cine, visitas a los abuelos y tardes en la pista de patinaje se tiene que aguardar la felicidad entre las paredes de un hospital.

Para paliar esa situación la Unidad de Intervención Nocturna de la Policía Local de Sevilla decidió salir de la oscuridad y personarse ayer a media tarde en el Hospital Infantil del Virgen del Rocío. Poco importó -confesarían después- que todos hubieran dormido sólo tres horas y que poco después tuvieran de nuevo una cita en las calles de la ciudad. Empezando por el final, uno de los miembros de la Unidad, Sebastián Borrás, decía que lo primero que pensaron todos al salir fue en volver.

Y regresando al principio hay que desvelar que la iniciativa surgió de la forma más prosaica: en medio de una comida de Navidad. "Nosotros trabajamos siempre de noche y algo positivo que tiene es que podemos hablar con los elfos de Papá Noel y con los pajes de los Reyes Magos", contaron a unos revolucionados pequeños que vieron cómo por las puertas de las habitaciones entraban 27 policías todos "perfectamente uniformados". La impresión fue mayúscula y "las miradas de asombro e ilusión" estuvieron a punto de desmoronar sentimentalmente a más de uno de los entregados gendarmes. En unas y otras alas del Hospital Infantil Virgen del Rocío la respuesta era similar.

Todos querían probarse las gorras, preguntarles por los peligros de la ciudad y ninguno desestimó la invitación a jugar con los walkie-talkies entre las distintas habitaciones. "A los críos les ha encantado vernos, les hemos dado carnets de policía infantil, balones de tela y muchos juguetes de Bob Esponja", cuenta Borrás.Al final y como han sobrado regalos la visita se extendió también al área de Urgencias, donde los niños que allí aguardaban turno se vieron sorprendidos con los obsequios de unos polis más reyes magos que nunca. "Una de las desventajas de nuestra profesión es que cuando llegan las fiestas menos estamos con nuestras familias", explicaron. Por eso, llevar a estos niños una pizca más de ilusión adquiere un sentido aun mayor. El próximo año irán a Valme o al Virgen Macarena.

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