Cultura

Rocketeer, un clásico moderno

Fallecido de forma prematura a los 53 años el pasado 2008, Dave Stevens siempre quedará en la memoria de los aficionados gracias a este título.

el 28 oct 2010 / 17:15 h.

Corría el año 1991. Faltaba todavía una década para que la fiebre por las adaptaciones de cómics alcanzara su detonante con la primera entrega del Spider-man de Raimi. Eso no significa que los que por aquellos años estábamos en plena adolescencia no hubierámos tenido contacto con ciertos tebeos en celuloide, pero el problema era que con títulos como Flash Gordon tampoco podíamos emocionarnos mucho acerca de lo que este género iba a poder alcanzar. Y no, no voy a decir que el estreno de Rocketeer cambiara el panorama, más que nada porque el filme de Joe Johnston no obtuvo los brillantes resultados de taquilla que se deseaban (aunque nos dejó para la posteridad la maravillosa banda sonora de James Horner), pero sí sirvió para que la añorada Zinco publicara en un álbum las primeras aventuras que Dave Stevens había dibujado para el personaje.

Dibujante californiano que comenzó su carrera a mediados de los 70 a las ordenes de Russ Manning para luego trabajar con Steven Spielberg en En busca del arca perdida o haciendo los storyboards del Thriller de Michael Jackson, no sería hasta 1982 cuando Stevens, amante desaforado del Hollywood dorado, crearía Rocketeer, el alter ego de Cliff Secord, un piloto de aviones circenses que, por un azar del destino, se encontrará con un cohete experimental que, atado a la espalda, le permite volar. Con el trasfondo temporal que supone situar la historia en 1938 (con la Segunda Guerra Mundial a las puertas, y los nazis como amenaza en ciernes) Stevens cuaja un cómic de claro regusto clásico en el que los cliffhangers típicos de los seriales radiofónicos de la época están a la vuelta de cada página. Trabajando con los arquetipos propios del cine clásico de aventuras (ya saben, el héroe a su pesar, la damisela en apuros... vamos, Indiana Jones en estado puro), los guiones de Rocketeer, que en algunos momentos parecen fruto de la improvisación, no son el punto fuerte del cómic, sobre todo si se los compara con el maravilloso dibujo, pero eso no implica que no funcionen a las mil maravillas, entreteniendo al lector y trasladándolo a los dorados años 30.

Pero, claro está, cualquier consideración que se quiera hacer para con el guión queda ahogada de forma inmediata cuando uno abre el volumen y comienza a deleitarse con los magistrales dibujos de Stevens. De formas redondeadas y una clara influencia por parte de nombres como Norman Rockwell, Alex Raymond, Will Eisner, Wally Wood o Frank Frazzetta, el trazo de Stevens es, en pocas palabras, una belleza: expresivo, dinámico, de nitidez preciosa y clara narrativa. Las páginas de esta nueva edición de Rocketeer sirven para poner de relieve la gran pérdida que ha supuesto para el noveno arte el prematuro fallecimiento de este gran artista, algo que en el nuevo volumen ha potenciado sobremanera el exquisito recoloreado de Laura Martin, una de los premios Harvey conseguidos por IDW junto a los correspondientes a la Mejor Reedición y a la Excelencia en la Presentación .

Edita IDW en un libro cartoné de 144 páginas por 29,99 euros.

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