Alfonso Guerra siempre sabe dar juego en los medios. En su vida pública ha abierto muchos debates de interés general, pero también como la suya no es una lengua fina sino de trazo grueso muchas veces deja tachones que manchan el discurso y emborronan su imagen.
A alguien de su talla política, que -por citar su penúltimo servicio a la ciudadanía- supo templar en la polémica estatutaria como Presidente de la Comisión Constitucional del Congreso, durante una agresiva e intolerante legislatura, cabe pedirle que mantenga ese perfil institucional al hablar sobre asuntos de mujer.
Su tendencia a ser un político políticamente incorrecto, se ha recreado estos días en unas declaraciones poco originales contra el lenguaje desde la perspectiva de género, y sobre todo, ironizando sobre la alarma que produce el maltrato.
El comentario sobre las víctimas es grave. Opina el veterano socialista que "una mujer maltratada es un drama terrible y a él hay que condenarlo", pero "pasar de ahí a que una mujer diga - soy maltratada- y todos de rodillas, oiga no". Me pregunto si poner todos los recursos del Estado para evitar casi 70 muertes violentas al año es ponerse de rodillas.
¿Qué haríamos si ETA, o cualquier otra mafia terrorista, matara anualmente a casi un centenar de personas? Se escucharía, sin dudar, a quienes denunciaran esos acosos, torturas y agresiones. La sociedad y sus instituciones comprenderían que la amenaza es real y la falta de eficacia produciría una real alarma social. Si el sistema es mejorable, trabaje en ello señor Guerra y si hace falta, usted y todos, con rodilleras.
Periodista
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