Cultura

Rodrigo Fresán: «Bolaño nunca habría aceptado su canonización en Sevilla»

El escritor argentino lanza nueva novela, ‘El fondo del cielo’, y reedita su primer libro ‘Historia argentina’.

el 24 nov 2009 / 19:53 h.

Fresán plantea una vuelta de tuerca a la ciencia-ficción en ‘El fondo del cielo’.
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-Se reedita su primer libro, y al mismo tiempo ve la luz su nueva novela. ¿Se cierra algo parecido a un círculo?

-Ha sigo una agradable casualidad. Es como la nueva adaptación al cine de Viaje a las estrellas, donde se encuentran en un pliegue del espacio-tiempo el dr. Spock viejo y un Spock joven, se reconocen y se llevan bien. Lo de recuperar mi primer libro ha sido un poco como probarte esos jeans que no te ponías desde hace 18 años, y descubrir que te quedan más o menos bien.

-¿El fondo del cielo es una novela de ciencia-ficción, o una reflexión sobre este género?

-Yo digo que es una novela con ciencia-ficción, no de ciencia-ficción. En realidad, puede leerse como una crítica furibunda a toda la ciencia-ficción que yo detesto, tipo Star Wars, donde todo pasa por la descripción de naves y uniformes, bajo una necesidad de que todo sea verosímil. Y al mismo tiempo, es un canto de amor a otro tipo de ciencia-ficción, la de Ballard, Philip K. Dick o Kurt Vonnegut... Y la de Adolfo Bioy Casares, también. Por eso el libro tiene más de un guiño a La invención de Morel o El sueño de los héroes.

-Se le atribuye cierta paternidad sobre los jóvenes de la llamada generación Nocilla o los Mutantes. ¿Se reconoce en esos autores?

-No me siento padre de nadie, ni hijo de nadie, salvo de ciertas lecturas. Hay autores que me hubiera gustado que fueran mis padres, pero no creo que ellos se preocupen en reconocerme... Y a mí no me interesa adoptar a nadie. Soy bastante reacio a la idea de generaciones, camarillas, capillas. Básicamente me gusta escribir porque antes me gustó leer, y ambas son cosas que se hacen a solas. Y cuando te ponen el sello interesado y práctico de una generación, tus libros quedan fijados en el tiempo y en el espacio, tarde o temprano va a aparecer una nueva generación con ganas de asesinarte, y además automáticamente tienes que hacerte cargo de un montón de gente por la cual muchas veces no tienes ninguna admiración o afecto. Me gustan Fernández Mallo, Manuel Vilas, Cantavella, Fernández Porta, Javier Calvo, pero prefiero leerlos como unidades autónomas, no como partes de un movimiento. Y me gustaría ser leído así también.

-Y después de diez años viviendo en Barcelona, ¿qué debe usted a España como escritor?

-Muchísimo, pero ya tenía cosas que agradecerle antes de venir. Desde muy joven yo ya era un dedicado lector de Mendoza, de Vila-Matas, de Marsé, de un autor que me sorprende que no sea mencionado al hablar de literaturas mutantes y de lenguaje pop, como Gonzalo Suárez y su Gorila en Hollywood. Aunque ya esta todo en el Quijote, ése es el problema, escribir a la sombra de semejante monolito tipo 2001.

-Usted participó hace seis años en aquel encuentro de la Fundación Lara que supuso la canonización en vida de Roberto Bolaño. ¿Cómo lo recuerda?

-No lo recuerdo así, y si Bolaño no se hubiera muerto nadie hablaría de eso. Fue un encuentro como cualquier otro, donde la pasamos bien, que duró lo justo, porque si estas cosas duran un día más ya estas trepándote por las paredes... Yo era muy amigo de Roberto, pero no sentí que en ese momento se le proclamara rey de nada, creo que él no lo hubiera aceptado si lo hubiéramos ungido con semejante responsabilidad. No sé, si no se hubiera hundido el Titanic nadie habría hecho la película Titanic. Todo esto no le quita un ápice de grandeza a Roberto como escritor.

-Su nombre figura en un reciente libro colectivo sobre Los Soprano. ¿Merecen un sitio las series televisivas entre, por ejemplo, Nabokov y Borges?

-Son cosas distintas, dos lenguajes. La gente que dice que si Shakespeare viviera hoy trabajaría como guionista para la HBO está paliando la culpa de no leer a Shakespeare. Y si es verdad que la gran novela pasa por la televisión, ¿por qué nadie adapta a Saul Bellow, o a Faulkner? Por otro lado, hay grandes momentos de la televisión que son muy anteriores a las series de ahora: Dimensión desconocida, por ejemplo. La verdad, no creo que sea la edad dorada de la televisión, sino del DVD.

-¿Nunca le ha tentado la escritura para el cine?

-No, no me ha interesado nunca escribir sujeto a las ordenes de un productor o un director. Lo haría por necesidad, pero seguramente no duraría mucho. He crecido oyendo todas esas leyendas de lo mal que lo pasaban esos escritores que me gustaban escribiendo para Hollywood. ¿Por qué lo iba a pasar bien yo, y además no estando siquiera en la Meca del Cine?

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