En un arte como el cante jondo no se debería olvidar a un cantaor como Manuel Romero Pantoja, Romerito de Jerez. Mucho menos en beneficio de jóvenes que, aunque los haya muy buenos, la mayoría son incapaces de ofrecer algo auténtico. Romerito tiene ya 78 años pero nadie lo diría, porque está hecho un zagal. Nunca ha tenido la voz de Caruso, pero la conserva tan fresca como cuando hizo historia en aquella Fiesta en el barrio de Santiago, la mejor fiesta buleaera jamás llevada al microsurco, compartida con Tío Borrico, El Serna, El Sordera, Terremoto y el Diamante Negro. ¡Madre mía! Ese hombre, Romerito, sevillano de Jerez o jerezano de Sevilla, es un cantaor auténtico, de la vieja escuela, de la escuela del sabor y el compás y el escalofrío y el pellizco. No es justo que lo hayamos condenado al olvido por el hecho de ser septuagenario, cuando los años, en el cante, son una garantía si se llevan como los lleva el maestro de Jerez. ¡Uff!
