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Ropopompón

Como lo oye. Sevilla se acaba de meter en la Navidad a palo seco, a chaqueta quitada, a mitad de lo que quiera que sea el otoño. Empieza la Feria del Belén. ¿A alguien le pide el cuerpo ahora comprar musgo?

el 15 nov 2010 / 21:10 h.

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Ayer pegaba el sol en la cara que era una cosa mala. La lluvia del domingo había dejado una ciudad en alta definición y los suelos peatonales del centro, agradecidos con el escamondado, devolvían los brillos del cielo como Nadal devuelve las bolas escoradas, o sea, mordiéndose el labio en el envite como con ganas de saltarle a uno un ojo. Pese a la rasca matinal, al paisano de sangre caliente provisto de chaquetón le brillaba ya el cogote a los tres cuartos de hora de alegre caminata. Decorando esta conmovedora e ingenua apuesta por la habitabilidad que es Sevilla a partir de noviembre, ¿qué había ayer, pues? Decoración navideña, escaparates con arbolitos, ristras de luces callejeras con forma de huevo frito para el festejo del solsticio y, en la Plaza de San Francisco, cuan larga es, una gran Feria del Belén. La gran juguetería del adulto hispalense. Se acabó el entretiempo.

Entre tan preciosa mercancía no hay muchas novedades este año. Aquí se podría hacer un paralelismo entre la crisis del ladrillo y la del corcho, con los portales vacíos, las humedades en las viviendas y todo eso, pero está ya tan visto que se procede directamente a la eliminación de ese párrafo de color y se pasa sin solución de continuidad a la gran sorpresa de la temporada (lo mismo no es una cosa nueva ni nada, porque no hay ojos suficientes para verlo todo cada año, pero el amable señor que atendía a mediodía el puestecillo de la Antigua Cerería del Salvador comentaba que sí): la figurita del tío orinando. Los hay de dos precios: el chico a seis y el grande a siete euros, y el rasgo distintivo del interfecto es una cánula de plástico que describe una parábola (qué cristianas, las parábolas) entre salva sea la parte del caballero y el charquillo formado a sus pies.

Dos detalles de lo más sencillo llaman poderosamente la atención a quien vaya buscando la sorpresa: las dos garitas de la fortaleza romana custodiadas por sendos guardias civiles y un indicador de carretera en forma de flecha que dice: A Belén. Cabría explotar mucho más ese asunto de las señales de tráfico en el nacimiento: nieve; suelo deslizante; vado permanente; puente sin salida; prohibido el paso a peatones sin peana; ojo con las bombillas; cuidado con el pato, que es más grande que tú... En fin, docenas. Pero, pese a lo del señor miccionando y alguna que otra concesión a la fantasía, el trasfondo de esta exposición de arte/feria es una aspiración al hiperrealismo que tira de espaldas: a la nube lluviosa de otros años, a los autómatas de Pichardo (la hilandera, el panadero, el pescador frenético...) se unen otros elementos. En el expositor de María José Romero tienen, por ejemplo, dos cajitas de cartón. Una vale 35 euros; la otra, 115. En la primera hay un letrero que pone: Efecto niebla. Es un cacharrito que se echa en el agua (el papel de plata es historia desde hace tiempo) y se pone aquello que parece que en lo alto del portal va a aparecer no un angelote, sino la figura ecuestre de Vlad el Empalador con todas sus huestes transilvanas. La segunda caja dice: Noche y día. Es un mecanismo que regula la luz del nacimiento creando una ficción del paso de las horas. Un fitetú, que se dice.

Y qué ríos trucheros, qué palacetes, qué castillos. En el puesto de San Juan Bosco venden ya directamente las calles enteras en perspectiva, con sus arcos, bóvedas y antorchas. Hay una grande que sale por 75 euros; no le extrañe que al pasar por una de esas ventanitas huela a puchero. Para los amantes de la novedosa sencillez, en San Julián y por 12 euros, el puesto de algodones de azúcar y cocos cortados. Aunque con este sol...

De utilidad:

Qué: La tradicional Feria del Belén de Sevilla.
Dónde: En la Plaza de San Francisco (tras el Ayuntamiento).
Quién: Los artesanos y comerciantes de este tipo de artículos navideños, presentes en número de quince expositores.
Cuándo: Todos los días, hasta el 23 de diciembre próximo. El horario de apertura es el siguiente: de lunes a viernes, de 10.30 a 14 y de 17 a 21 horas; sábados, domingos y festivos, de 11 a 21 horas.

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