"Nos han dicho que se le puede preguntar lo que sea, pero está protegido por los que mandan", decía un militante de la Macarena. Un sinfín de círculos concéntricos de sillas rodeaban ayer a Alfredo Pérez Rubalcaba, pero el círculo más estrecho y cercano a él lo formaban los consejeros de la Junta y miembros de la Ejecutiva regional. También estaban próximos al orador algunos miembros andaluces de la Ejecutiva federal, como el secretario de Estado de Política Territorial, Gaspar Zarrías, y la exconsejera Cándida Martínez. Todos ellos -al menos en público- está programados para ensalzar a Rubalcaba, pero éste no necesita protección porque se crece en la dialéctica y en la distancia corta. Tiene la habilidad de descomprimir la macropolítica y desmenuzarla en metáforas y símiles de fácil digestión para la gente de a pie. De eso trataba ayer la cosa: de presentar a Rubalcaba como Alfredo y a Griñán como Pepe, los dos codo con codo, también para que los cuadros del partido -sobre todo los más críticos- los reconozcan juntos hasta las autonómicas.
A medida que los círculos se abrían, aparecían los afiliados que recibieron un SMS de su agrupación invitándoles a la presentación. El aspirante estrella quería oír de su voz dónde cometieron el fallo que les tumbó en las municipales, quería pedirles un apoyo emocional, pero también "reflexión y trabajo" para presentar un proyecto político nuevo con el que ganar las elecciones. "Ha habido más compadreo que reproches, que es lo normal. Rubalcaba contagia la seguridad en sí mismo", explicó un miembro de la dirección socialista. Hubo una docena de preguntas, todas generales, y Griñán sólo intervino en la presentación. Hubo autocrítica y algunos golpes de efecto del candidato que arrancaron aplausos. Rubalcaba dijo simpatizar personalmente con el Movimiento 15-M, pero pidió no caer en actitudes extremas.
Entre los asistentes estaba uno de los que pretende competir con Rubalcaba en las primarias, el profesor Luis Ángel Hierro. El otro candidato, José Carlos Carmona, decidió no asistir en el último momento porque "parecería que íbamos a rendirle pleitesía".