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Rudy da a la Penya el título que prometió

Once años lejos de la Copa, una ge- neración de nuevos talentos y un partido jugado con el manual del buen baloncesto en la mano volvieron a coronar campeón de la Copa del Rey al DKV Joventut, que se llevó el título con enorme mérito ante el anfitrión y ganando, en semifinales al Real Madrid, el gran favorito.

el 14 sep 2009 / 23:57 h.

Jorge Muñoa

Once años lejos de la Copa, una ge- neración de nuevos talentos y un partido jugado con el manual del buen baloncesto en la mano volvieron a coronar campeón de la Copa del Rey al DKV Joventut, que se llevó el título con enorme mérito ante el anfitrión y ganando, en semifinales al Real Madrid, el gran favorito. El pívot alemán Jan Hendrik Jagla lanzó a los verdinegros con dos triples madrugadores, pero los estadounidenses Pete Mickeal y Will McDonald abrieron un pozo debajo del aro badalonés. A los diecisiete minutos, el Tau ganaba por doce puntos (28-16).

Y eso, pese a que una falta y una técnica sobre Mickeal dieron a Rudy Fernández cuatro tiros libres que, aparte de aprovecharlos agrandó con una cesta después de sacar de banda (28-28). Esa secuencia dio un nuevo aire al Joventut, que salió indemne del primer tiempo aunque firmase un desesperante tres de dieciséis en triples. El diez de doce en tiros libres le dejó margen para no acusarlo tanto (33-30 m.20).

El Tau iba a otras cosas. Los vitorianos se pusieron los ropajes de las grandes ocasiones, la careta de las finales, el gesto de los clubes que saben cuáles son las tardes en las que no se puede fallar, en las que nadie tiene derecho a los artificios. Mickeal, McDonald, el serbio Igor Rakocevic y el hispano-brasileño Tiago Splitter adoptaron las funciones de un martillo pilón. Pero al Joventut tampoco le venía mal ese papel de víctima cantada. El primer intento de escapada serio por parte de los alaveses (47-41) murió contra el muro de talento que Rudy Fernández levanta cada vez que pisa una cancha.

Tras treinta minutos de tranquilidad y confianza absoluta en el triunfo por parte local, el marcador anunciaba a bombo y platillo que la Penya todavía podía dar la campanada. El punto número veinticinco en la cuenta del Rudy Fernández enfrió el optimismo del Buesa Arena, aunque no cogió por sorpresa al Tau lógicamente (60-58). El estadounidense Demond Mallet refrescó las ideas a los despistados (62-61 m.34). El rumor procedente de la grada cambió de escala. La cuarta falta de Mickeal proporcionó tres tiros libres a Rudy Fernández. Clavó todos. 62-64 a poco más de cinco minutos para la bocina y las ilusiones vascas en la cuerda floja.

El bosnio Mirza Teletovic transformó ocho puntos seguidos y volteó el resultado. La final era perfecta. Tenía todo lo que se le puede pedir a un deporte mágico, emoción, buen baloncesto, respeto entre los equipos y las aficiones...Dos minutos y medio por delante de la bocina había sueños para todos (74-74). Rudy Fernández puso la Copa en las yemas de los dedos de la Penya (74-78 a 1:34 minutos).

Teletovic alargó su sobresaliente final de partido con otro triple más y la existencia del Tau (77-78), pero a Ricky Rubio, un imberbe genial, hecho de la pasta que distingue a los grandes entre los grandes, no tuvo problemas para anotar dos tiros libres veintisiete segundos antes de la conclusión. A sus diecisiete años los lanzó con la tranquilidad de un veterano curtido en mil batallas. Debe ser algo relacionado con el talento. El trabajo lo acabó Mallet desde la línea de libres. Ave Rudy¡. Ave Joventut¡. Gracias Tau. Si pudiera haber dos campeones...

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