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Ruido: Cuando no se concilia el sueño

Los vecinos que habitan al pie de la A-49, que comunica Sevilla y Huelva, son los que más sufren los problemas de alteración de sueño por el continuo ir y venir de vehículos las 24 horas del día. Todos esperan las pantallas acústicas cuando concluyan las obras de los puentes. Foto: Juanma Rodríguez

el 15 sep 2009 / 05:42 h.

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Los vecinos que habitan al pie de la A-49, que comunica Sevilla y Huelva, son los que más sufren los problemas de alteración de sueño por el continuo ir y venir de vehículos las 24 horas del día. Ellos son el ejemplo claro de lo que significa en la vida diaria el estudio del Ministerio de Fomento, publicado ayer por este periódico.

Todos esperan las pantallas acústicas. Se trata de una promesa que viene de hace tiempo. Cuando se les comenta que el Estado anuncia que las colocará una vez que acaben las obras en los puentes de la autopista se muestran escépticos.

Pese a que algunas de las barriadas tengan otras carencias, como Coca de la Piñera, en Camas, o Nueva Sevilla, en Castilleja de la Cuesta, donde las viviendas son más antiguas, la realidad es que lo que más les afecta a su calidad de vida es no poder dormir, no descansar nunca de ese continuo ruido de coches que, a toda velocidad o a paso de tortuga, según el atasco y la hora, les altera los nervios.

Y no sólo afecta a las viviendas. En ese mismo espacio que ocupan los seis primeros kilómetros de la autopista están ubicados 26 centros escolares, un hospital, el de San Juan de Dios de Bormujos, entre otros establecimientos en los que el silencio debería ser gratis. Tanto en unos como en otros es imprescindible mantener las ventanas y puertas cerradas todo el día a cal y canto para poder desarrollar su trabajo.

Situaciones parecidas sufren los habitantes a ambos lados de la ronda de circunvalación SE-30, aunque en determinados puntos ya cuentan con las tan deseadas pantallas acústicas. Un ejemplo a seguir para garantizar la salud física y psíquica de toda el área metropolitana.

José Goncet, 64 años: «Nací aquí mismo y el ruido repercute en todo»

José Goncet lleva en el mismo barrio los 64 años que tiene. Vive y tiene su negocio, la tienda de Alimentación Rocío, al pie de la A-49 en la margen izquierda de Castilleja de la Cuesta. Su calle está llena de obras, por su cercanía a uno de los puentes en construcción, y además está la autopista, donde el ruido ensordecedor apenas permite hablar con él a las puertas de su establecimiento.

"Nací aquí mismo y puse aquí mi negocio", afirma este vecino, que reconoce que "el ruido repercute en todo". Lo cierto es que por su tienda no para de pasar gente y de entrar. No en vano lleva aquí toda la vida. "Para el negocio el ruido afecta menos porque la gente va y viene", confiesa este empresario.

No es lo mismo que las viviendas. "Todo el año está mal y apenas se puede dormir, pero en verano no se pueden abrir las ventanas", cuenta. Reclama que pongan las pantallas acústicas o los setos que les prometieron: "Pero por ahora toca esperar". Tras la tienda vive su sobrino y un poco más allá está su propia vivienda, donde su hija reconoce que "está acostumbrada" porque lleva aquí desde que nació. "Para mi padre es más difícil", dice.

En la misma calle hay un centro de salud bastante bien insonorizado y un taller de mecánica. Una vecina relata que el ruido existe pero ya apenas lo nota: "Tengo un taller pared con pared y otro enfrente de mi vivienda, que tienen derecho a vivir, por lo que ¿para qué nos vamos a quejar del ruido?".

Teresa Cervera, 28 años: «Tenemos climalit, pero molesta bastante»

La barriada de Coca de la Piñera (Camas) tiene más años que la propia autopista, cuyo mayor impulso de tráfico está desde 1992, cuando la carretera que llevaba al Aljarafe se convirtió en la entonces llamada Autovía de los Descubrimientos.

Vive aquí desde mediados de octubre de 2007 Teresa Cervera, una joven de 28 años, con su pareja. Está de alquiler en una de las viviendas y ya sabía cuando se mudó del ruido. "Tenemos climalit, y como no estamos en la más próxima a la carretera se aguanta, aunque molesta bastante", expone. "Lo malo será el verano cuando haya que abrir las ventanas", agrega.

En el barrio hay muchos carteles de se vende. Sin embargo, asegura que no están tan bajos los precios. "Hay algunas sin reformar que cuestan sobre los 200.000 euros", afirma, si bien es bastante menos que lo que vale un piso -y mucho más una casa- en Sevilla, e incluso en otros puntos de Camas, pero sigue siendo muchísimo si además de tener que gastar un dinero en reformarla hay que seguir aguantando el ruido. "Espero que acaben de colocar el muro que anuncian", sentencia.

Patricia Fernández, 27 años: «Sólo estuvo tranquilo cuando la cortaron»

"No para en toda la noche", se lamenta Patricia Fernández. Llegó a Camas desde el centro de Sevilla con su pareja en abril de 2007. Se compraron una vivienda de dos plantas que había que reformarla entera, al pie de la A-49.

Poco a poco a poco la están convirtiendo en una vivienda moderna, con todo tipo de comodidades, y con mucho ruido. Ya lleva aquí más de un año. "En un principio no podíamos dormir y todavía hay días que cuesta bastante", cuenta.

La vivienda hace esquina y los coches prácticamente suben la curva de la cuesta de Castilleja de la Cuesta a un paso de ella. "Y el ruido parece que rebota allí y aquí se escucha más", relata. "Sólo estuvimos tranquilos cuando cortaron la autopista", prosigue esta joven, que considera que "la A-49 la construyeron mucho después de las viviendas y debían haberlo previsto y solucionado antes".

Después de un tiempo de buscar se decidieron por esta vivienda "porque estaba bien de precio". Pone como ejemplo que la vivienda de enfrente costaba más 240.000 euros y a ellos les salió por la mitad "aunque había que reformarla entera".

Con la ventana de su dormitorio cerrada -tiene climalit y persianas antiruido- se escucha el continuo ir y venir de coches y camiones, "y todavía es peor por la noche cuando todo está en silencio". Se está planteando poner ventana dobles. Sobre las pantallas acústicas, sólo le da pena perder las vistas.

Arturo Sánchez, 61 años: «Debería solucionarse, aunque sea con setos»

Está prejubilado y pasea por una y otra margen de la autopista contemplando las obras. Desde Tomares contempla su barrio, en el que vivió de joven "desde 1956", cuando entregaron las viviendas, y tras 25 años fuera regresó hace unos cuantos.

"El ruido es molesto porque no para las 24 horas del día, aunque se nota más de noche", cuenta, "sobre todo el continuo ir y venir de camiones entre Huelva, Sevilla y las cada vez más abundantes empresa de la comarca del Aljarafe".

No tiene ventanas especiales para combatirlo. Cuando repasa su vida en este lugar, recuerda que hasta 1992 sólo había una carretera como paso a Castilleja de la Cuesta. Luego llegó la autopista y sus problemas. "Deberían haberlo solucionado ya, aunque sea con setos", asevera. También plantea que les den subvenciones para que cambien las ventanas.

Lea el reportaje completo en la versión impresa de El Correo de Andalucía

Foto: Manuel Olmedo

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