Los gobiernos de Rumanía y España han puesto en marcha un programa de colaboración conjunto que intenta que los niños rumanos residentes en España no olviden ni su idioma ni sus raíces, mediante clases intensivas que se realizan con material bilingüe y cartografía, entre otros elementos.
La experiencia ha tenido precedentes en puntos de las comunidades de Madrid o Cataluña, y desde esta semana se lleva a cabo en Lepe (Huelva), uno de los puntos de España con una alta concentración de extranjeros, ya que el padrón municipal llega a los 26.700 habitantes, de los que casi el 20% son personas procedentes de hasta 63 países distintos.
En esa amalgama de países, Rumanía es el que más gente aporta, con casi 1.500 personas, y en ocasiones con matrimonios con hijos que emigraron en su totalidad, o niños rumanos que han crecido rodeados de amigos y compañeros que sólo hablan español. Para ellos se ha creado el programa Lengua, Cultura y Civilización Rumana promovido por los Ministerios de Educación de Rumanía y España, con el que profesores rumanos atienden a sus alumnos con el objetivo de enseñarles la lengua, la cultura y la civilización de su tierra natal.
Se busca así integrar a los niños escolarizados en centros públicos dentro del sistema educativo, y ayudarles a no olvidar su cultura y sus raíces, no sólo con un fin romántico, sino también para que lo tengan fácil si algún día quieren volver a su país o vivir en la tierra de sus padres.
Se trata, por lo tanto, de una oportunidad "para que los niños no olviden sus raíces, y siempre tengan la oportunidad de volver a sus países sabiendo comunicarse perfectamente en su lengua materna", como explica la presidenta de la Asociación de Rumanos de la Costa de Huelva, Mónica Ciliciu. "Es un proyecto piloto que se ha puesto en marcha sobre todo porque muchos niños piensan volver a Rumanía y tienen que esforzarse porque pueden hacer un curso que les convalida los estudios cursados si vuelven a su país", añadió.
A la llamada de los gobiernos español y rumano han acudido medio centenar de familias de rumanos o parejas mixtas de rumanos con españoles, caso de Cristóbal González, empresario del municipio casado con una rumana, con la que tiene un hijo, mientras que ella tiene dos de una relación anterior. El padre comentó que el "mediano" es el niño que acude a las clases, que le vienen bien, porque, dijo, "la mayor tiene 19 años y no sabemos qué va a hacer, pero el niño vino a España muy pequeño y está perdiendo el rumano, y es importante que lo recupere con actividades como ésta".
Mikaela Craescu, madre de otro de los alumnos, de 7 años, se muestra agradecida con la iniciativa "porque ahora convalidarán sus estudios y no tendrán que examinarse de nuevo, pero además es muy importante que conozcan la cultura de su país, porque eso se puede olvidar antes que el idioma".
Este optimismo lo comparte la teniente de alcalde de Educación del Ayuntamiento, Bella Pilar Coro. "Estamos disfrutando mucho con la idea una vez puesta en marcha, porque no sólo los niños rumanos recuperan su idioma, sino que los propios niños de Lepe tienen la oportunidad de conocer algo más de sus compañeros rumanos", señaló. El cuento La cabra y los tres cabritillos en dos idiomas o cartografía de Rumanía son ejemplos de lo que se enseña en estas clases.