La sueca Saab, filial del gigante General Motors, se ha convertido en la primera victima de la crisis del automóvil, presentando el viernes ante un tribunal de su país la declaración de suspensión de pagos. Para garantizar su supervivencia, la compañía ha solicitado su escisión de la multinacional estadounidense, de cara a concentrar toda su producción en Suecia.
Esta decisión llega después de que General Motors anunciase su intención de deshacerse de Saab en el marco de su plan de viabilidad.
Una vez aprobada la suspensión de pagos, el juez ha nombrado a tres administradores que se encargarán de la gestión de la empresa y de la implementación del plan de reorganización. Se trata del director general de la compañía, Jan Ake Jonsson, el abogado Guy Lofalk y el experto internacional en este tipo de procesos Stephen Taylor.
El plan de reorganización, que contempla concentrar las actividades de diseño, ingeniería y producción en Suecia, tiene por objeto crear una estructura estable a corto plazo que permita el desarrollo de una solución a largo plazo. La propuesta se remitirá a los acreedores en un plazo de tres semanas.
Asimismo, se establece un plazo de tres meses para ejecutar el plan de reestructuración, si bien Saab precisa que para que el plan se implemente de forma satisfactoria se requerirán fondos adicionales.
La empresa espera que estos fondos que requerirá para su proceso de reorganización, que no tendrá ningún impacto sobre otras actividades de General Motors, procederán tanto de inversores públicos como privados, y añadió que espera contar con el apoyo del Gobierno sueco durante este período. Por su parte, el ejecutivo vincula las ayudas a un estudio de plan de reorganización.
La filial europea del consorcio General Motors, General Motors Europe, ya ha anunciado que establecerá un mecanismo viable para el pago de los proveedores de Saab.
