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Sacar un cadáver entre vecinos

El camarero de un bar de León XIII leía ayer el periódico en voz alta, y sus clientes, mudos, escuchaban que los detenidos por el crimen de Marta eran chicos del barrio. En León XIII vivía Miguel, y a cien metros, en la barriada del Carmen, residía Samuel.

el 15 sep 2009 / 22:43 h.

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El camarero de un bar de León XIII leía ayer el periódico en voz alta, y sus clientes, mudos, escuchaban que los detenidos por el crimen de Marta eran chicos del barrio. En León XIII vivía Miguel, y a cien metros, en la barriada del Carmen, residía Samuel. En las panaderías, la plaza, las esquinas, los balcones y la parroquia, el vecindario, de edad muy avanzada, pensó cómo se sentirían hoy los padres de estos "dos gamberrillos".

"¿El hijo de Margari? No puede ser, la pobre, si es el que más carteles de la niña ha puesto por el barrio", decía una anciana junto a la parroquia de los antiguos pisos del patronato de la barriada del Carmen, donde vive Samuel Benítez con sus padres y su hermana. "Aquí conocían al chico y a sus padres. Una vecina de su bloque se ha angustiado mucho al saberlo y ha preferido irse a vivir con su hija fuera hasta que todo esto pase", explicaba el párroco.

La familia de la víctima compartía barrio con la familia de uno de los acusados. Los abuelos de Samuel tienen un piso muy cerca de la casa de Marta del Castillo, en el barrio de Tartessos. Los vecinos, la mayoría de ellos ancianos, conocían al nieto de Antonio y de la Nena, Samuel, que venía a ver a su abuelo de vez en cuando, porque estaba solo desde que la Nena murió, y también conocían a Marta, la nieta de José Antonio Casanueva, a la que veían mucho por el barrio hasta que desapareció misteriosamente hace más de 20 días, y ahora están buscando en el fondo del río. Estaban conmocionados a partes iguales, pensando cómo debían sentirse las dos familias, que se conocían entre ellas y habían hablado y compartido tiendas del barrio y bancos en la plaza. "La madre de mi nieto está destrozada", decía ayer el abuelo de Samuel.

Las gentes de la calle León XIII, donde la Policía sospecha que murió Marta, pasaron por delante de la casa de Miguel una docena de veces. En un bajo derecha del portal 78 había muerto una niña de un golpe con un objeto pesado en la cabeza, y después la habían sacado de allí y se la habían llevado al puente de Camas, desde donde la dejaron caer.

En el bajo del edificio donde vivía Miguel hay seis pisos, pero la mitad están vacíos por las noches, porque funcionan como despachos (uno de un doctor), o como negocios particulares. La primera puerta a la derecha, nada más entrar, es de una vecina, muy habladora, que conocía al chico, a su hermano cuando vivía con él y a la madre antes de morir. "Miguel dormía mucho de día y salía a trabajar de madrugada", dice, y no recuerda ningún ruido extraño la noche del sábado 24 de enero, cuando Miguel golpeó a Marta, según ha confesado. Entre su puerta y la de Miguel hay otro apartamento, que ocupa un centro de belleza, y que estaba cerrado aquel día. Después está el piso de Miguel, "que casi siempre está vacío, cuando no viene con amigos o alguna chica", según un vecino. Los demás bajos están al fondo del pasillo, bastante más alejados. Para sacar el cadáver de allí, hay que pasar por delante de dos puertas, y sacarlo por el portal. Justo delante hay una plaza de aparcamiento para minusválidos que "suele estar vacía".

Sólo dos manzanas lejos de allí vive Samuel en un primero. Entre sus casas hay tiendas de chinos, bares, panaderías, quioscos y edificios de vecinos que ayer tenían los balcones abiertos de par en par.

Miguel se quedó huérfano antes de los 17 y dejó el colegio en Primaria Miguel creció en el barrio en el que supuestamente mató a Marta: León XIII. La Policía cree que el crimen se cometió en el piso que compartió con su madre y con su hermano mayor, hasta que ella murió y él se fue a otro barrio con su mujer y sus hijos. Se quedó solo en un bajo poco luminoso, la segunda puerta en el pasillo nada más entrar por el portal. "En el barrio le veíamos llevar a su madre en silla de ruedas, cuando ella vendía cupones", recuerda un vecino. El padre de Miguel murió cuando era un crío, su madre era minusválida y "padecía fuertes ataques depresivos que le hacían gritar por la calle". A los 17 años era huérfano. Sus maestros recuerdan al hermano de Miguel como "un chico más aplicado, más centrado" y a él como "un niño lindo, que de un año para otro se vio afectado por una familia muy desestructurada". Miguel dejó el colegio antes de terminar Primaria, sin apenas conocimientos básicos para ponerse a trabajar.

Nadie, ningún adulto, le orientó después para que encauzase su camino. Pero salió adelante solo. A veces pedía dinero a los vecinos y tardaba en devolvérselo, pero al final lo hacía. Trabajó de albañil un tiempo antes de entrar a limpiar todas las noches en un bingo de Los Remedios. "Era muy puntual. Llegaba al trabajo siempre a las cinco de la mañana en punto", explica Pepe, jefe de sala del bingo, "aparentaba no haber roto un plato y siguió viniendo a trabajar cuando ya se rumoreaba que era culpable, hasta que le detuvieron".

Se tuvo que hacer adulto a la fuerza, y su relación con los chavales de su edad le costaba más que tratar con los mayores. "A mí siempre me saludó, me dijo gracias y por favor", cuenta un vecino de su bloque. Delante de su novia actual, Rocío, y de Marta, Miguel era un chico que pasaba de la serenidad a la rabia en apenas un segundo. Los compañeros de Marta le recuerdan "pasota", "nervioso", "chulo", "machista" y "agresivo". Todo el mundo es considerado oscuro y perverso justo después de hacer alguna barbaridad, aunque fuera por accidente, improvisada o calculada al milímetro. Rocío, con la que se quedó a dormir varios meses en su casa de Camas, dijo ayer que sabía que "él es el asesino", pero seguía sin creerlo. "Tuvo una infancia muy dura", añadió entre lágrimas.

Samuel puso fotos por su barrio y dijo a todos "llamadme si véis a Marta La Policía fue a detener a Samuel Benítez a su casa, un primero sin ascensor de un viejo patio de vecinos en la barriada del Carmen, donde vive con sus padres y su hermana pequeña. Le llevaron a comisaría 12 horas después de que arrestaran a Miguel. Por ahora, sólo es sospechoso. "Mi hijo no es culpable", dijo ayer su madre, consternada.

La familia cerró la puerta del domicilio a cal y canto y bajó las persianas. "La madre lo está pasando muy mal. Es una mujer muy trabajadora que sale por la mañana, vuelve a hacer la comida y regresa por la tarde al trabajo. Samuel nació aquí y lo conocemos todos desde que era pequeño. Ahora todo el bloque es un cementerio. Nadie habla, nadie sabe qué decir", relató Isabel, la vecina de enfrente.

El barrio de Samuel es muy humilde. La mayor parte son ancianos que lo conocen como al "crío de Margari". Un día se sorprendieron al verle por televisión hablando de la niña desaparecida y su ex novio. "Samuel, tú no te arrimes a esa gente que te vas a meter en problemas", le dijo un vecino hace tres días al verlo cruzar la placita del barrio. "Que no, Manuel, que yo soy más bueno que ojú", le contestó sin detenerse. Puso carteles de Marta por todo el barrio y les dijo a sus vecinos que si la veían, que le llamasen a él. Las calles del barrio del Carmen no están todo lo limpias que debieran y las paredes encaladas están llenas de fotos de Marta.

Los amigos del grupo de su novia creen que es distinto. Tiene algo en común con Miguel: no mezclaba grupos. O estaba con la novia o se juntaba con sus amigos, pero nunca juntos. Las amigas de su novia, que fueron llamadas a declarar, decían que Samu "era alegre y énergico", y que "hablaba mucho". Fue de los primeros en implicarse en la búsqueda de Marta.

Su abuelo, que ayudó a criarle a él y a otros dos nietos, vive muy cerca da la familia de Marta. "Mi nieto es una malva de buena persona que es, muy niño", dice, negando que Samuel sea capaz de hacer una cosa así. "Cuando vienen las cosas mal, viene la negra", añade convencido de que Miguel quiere echarle la culpa a su nieto.

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