M. Jiménez Carreira
La preocupación por la imagen y la apariencia que tienen algunos menores está llegando a extremos que alertan a los expertos. Ya no se conforman con llevar ropa de marca o con tener una buena figura, sino que van más allá y deciden retocarse la nariz o aumentar sus pechos.
Según la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, en torno al 10% de las operaciones estéticas que se practican en la comunidad corresponde a menores. Y la cifra va en aumento. Las intervenciones más comunes, según la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (Secpre), son la rinoplastia -cambio de nariz- y la mamoplastia. ¿Qué hace que cada vez más jóvenes decidan someterse a ellas?
La psicóloga Ana Domínguez Álvarez, de la sección Clínica y de la Salud del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental, admite que la causa general de este incremento está en que "la sociedad actual se basa en la apariencia". "El físico influye mucho, tal y como se transmite desde los medios de comunicación, y esto afecta sobre todo a los jóvenes".
Según la experta, hay otros dos factores decisivos. En primer lugar, "una menor tolerancia a la frustración": desde pequeño, explica, se tiene de todo y cuando algo no se llega a alcanzar el joven se frustra, por lo que querrá poner los medios para que esto no ocurra. En segundo lugar, la operación estética es algo que se busca teniendo como espejo a los mayores. "Si ellos lo hacen, ¿por qué esperar más años?".
Ante esta situación, la Consejería de Salud ha aprobado un decreto por el cual los menores tendrán que someterse a un test psicológico previo que valore su nivel de madurez de cara a una intervención. Actualmente, la Ley de Autonomía del Paciente obliga a los menores de 16 a contar con autorización de sus padres, pero a partir de esa edad contempla la libertad de decisión. Por ello, la Junta ha querido establecer un control hasta los 18 años. ¿Será efectivo?
Según el presidente de la Secpre, Ezequiel Rodríguez Rodríguez, los cirujanos, por regla general, se someten a unas normas deontológicas que hacen innecesario dicho test psicológico: "El especialista sabe determinar si el menor está preparado o no". "La medida sí es efectiva para aquellas clínicas que no cumplen estrictamente estos principios".
La presidenta de El Defensor del Paciente, Carmen Flores, sostiene que "un simple test no es suficiente para determinar el desarrollo mental". La solución estaría en "prohibir de forma tajante las intervenciones estéticas en menores".
Algunos profesionales del sector tienen una visión más optimista. Por ejemplo, el doctor Manuel Prieto, del centro Císem en Sevilla, cree que es una buena noticia que se haga este test, "porque será una herramienta más para saber si el paciente está o no preparado".
Hay expertos que aseguran que no siempre hay que disuadir a un menor de operarse. "A veces un chico de 16 ó 17 es más maduro que un adulto", afirma el presidente de la Secpre. Y la operación "puede ser una solución para depresiones relacionadas con el físico", admite la psicóloga Ana Domínguez. Lo importante es valorar "hasta qué punto el joven conoce los riesgos de un paso que puede tener consecuencias para toda la vida".
