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Salud y hasta la vista

El Virgen del Rocío homenajea a los 122 profesionales jubilados en 2009.

el 11 dic 2009 / 18:11 h.

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En 1951, cuando la residencia de García Morato estaba aún en obras y quedaban cuatro años para la inauguración, la generación del 44 todavía jugaba a las casitas, al fútbol o a los médicos.

Muchos de ellos ni intuían que pondrían sus vidas al servicio de los demás. Ahora, después de más de 40 años en el Virgen del Rocío, a esos niños les ha llegado el momento de la jubilación. Una jubilación que no es el adiós a su profesión. "Un médico no se jubila nunca" fue ayer la frase más repetida.

Esperanza, Francisco, Ana María, Miguel, Mari Ángeles, Josefa, Fernando, María Luisa, Aurelio o Mati y así hasta más de un centenar de profesionales del hospital, cumplían 21 años cuando se inauguró el ambulatorio de Fleming, 23 cuando se realizó el primer transplante de corazón o 27 cuando se abrió el hospital materno-infantil del Virgen del Rocío; ahora tienen (o rondan) los 65 "y la misma ilusión por seguir cuidando".

María Luisa llegó "mocita" como administrativa. De la Olivetti y una plantilla tan pequeña que se conocían todos, a un hospital donde ya "ni de vista". Con 24 años entró "con miedo" y hoy se va con "la tranquilidad de saber que he hecho mi trabajo lo mejor posible". De sus cuatro décadas de servicio rescata "la ayuda a los enfermos con sus miedos". "He ido creciendo a base de cariño".

Fernando Castelo se ha llevado 41 años como enfermero. Cuando se abrió a los hombres el ejercicio de la profesión, él fue de los tres que abrieron el centro de traumatología.

Para él, "no hay finales en la vida, sólo comienzos", por lo que la melancolía por el adiós la suple con el orgullo de "haber puesto su vida al servicio de los demás" y de haber estado presente cuando se inauguraron nuevos departamentos "para dar esperanza a los pacientes, como la unidad de cirugía plástica o la de quemados".

Otro Fernando, el doctor Villamil, aunque "menos dado a hablar de sentimientos, y menos referidos a la profesión", prefirió centrarse en resaltar "la calidad asistencial, los trabajos científicos y todo lo que queda por hacer en el Virgen del Rocío".

"No hay mejor manera para otear el pasado y vislumbrar el futuro que situarse en la realidad del presente", apuntó antes de afirmar que, "ahora jubilado, tengo todavía más esperanza en la sanidad pública".

Como punto de experiencia en la jubilación, Antonio Reina, jefe de servicio de Ginecología hasta 2004, demostró que "también se puede llenar de contenido esta nueva etapa de la vida".

En 1992 empezó Historia del Arte, terminó la carrera, hizo la tesina y se especializó en flamenco. "Pero no he dejado de venir al hospital, aquí me he dejado media vida".

En 2009, la generación del 44 tiene mucho que hacer por los demás y por ellos. Escuchar a Machín, a Elvis y a Raphael les ha recordado por qué un día cruzaron el umbral de un hospital "que ha terminado formando parte de cada uno".

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