Toros

Salvado por la campana

Garrido cortó la única oreja del esperado mano a mano que le enfrentaba con Borja Jiménez. Ambos novilleros repetían en la plaza de la Maestranza después de lograr abrir juntos la Puerta del Príncipe en el histórico festejo del 1 de junio

el 04 jul 2014 / 13:18 h.

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Plaza de la Real Maestranza Ganado: Se lidiaron seis utreros de Fuente Ymbro, bien presentados. El primero resulto noble y enclasado aunque falto de fuelle. Rajado el segundo; soso y corretón el tercero; áspero y bruto el cuarto; rebrincado y rajado el quinto; bravo y temperamental el sexto. Novilleros: Borja Jiménez, de malva y oro, silencio tras aviso, silencio y silencio tras aviso. José Garrido, de berenjena y oro: ovación; silencio tras aviso y oreja. Incidencias: La plaza registró tres cuartos de entrada, con lleno absoluto en los tendidos de Sol, en noche fresca y agradable. Jose-Garrido-03La primera victoria fue llenar la plaza de ese público juvenil y familiar que podría garantizar el futurio de esta fiesta nuestra. Había un ambientazo;ganas de ver toros y el paisaje que pintaban las calles del Arenal recordaba poco, muy poco, al de las tardes de toros de la feria triste que ya pasó. Seguramente el camino a seguir es este: aprovechar y rentabilizar este tipo de acontecimientos con una política de precios que ayude a llenar los tendidos. En ese punto, la empresa sí hizo los deberes aunque en el toreo hay un facto, el del toro, que no puede premeditarse. Veamos... Cuando salió el cuarto no habían pasado demasiadas cosas en el esperado mano a mano, que se había iniciado con la portagayola de Jiménez y un intenso tercio de quites en el que los dos contendientes midieron sus fuerzas. Borja había encontrado un colaborador enclasado y de condición noble al que instrumentó una faena de buen tono y trazo correcto a la que, seguramente, le faltó esa alegría interior que fue su mejor talismán, la fachada más valiosa del pasado 1 de junio. Las fuerzas claudicantes de ese primer novillo y el mal manejo de la espada escamotearon cualquier posibilidad de premio. Tampoco iba a ser con el tercero, un utrero alocado y corretón que no se centró en ninguna fase de la lidia.

Jose-Garrido-05En ese punto del festejo había interesado mucho más el excelente concepto capotero de José Garrido, que templó con cadencia y personalidad al segundo. No hubo mucho más. La engañosa movilidad de ese novillo sólo era el certificado de su condición mansa y aunque la labor del novillero pacense no estuvo exenta de buenos planteamientos, el trasteo transcurrió sin demasiadas cimas antes de que el animal se rajara definitivamente. Y en esas estábamos cuando salió el cuarto, que volvió a permitir a Garrido enseñar ese corte capotero que recuerda tanto a los toreros de la Edad de Plata. Brilló Fini con los palos y su matador se dispuso a brindar el novillo al cónclave antes de citarlo en la larga distancia. Poco a poco, de menos a más, fue fluyendo el toreo de Garrido, que tuvo que sortear las protestas y la violencia sorda de ese astado que también se movió, pero con muy poca clase. Lo mejor llegó sobre el lado izquierdo, definitivamente entregado el torero y muy por encima del áspero comportamiento de su enemigo, que no fue ninguna pera en dulce. Es verdad que la faena no tuvo brillo pero sí hay que anotarle el mérito de sortear tantas dificultades y el defecto de alargar en demasía su labor.

Aún quedaban dos novillos encerrados en los chiqueros. El quinto, enchiquerado para Borja Jiménez, podía haber tenido la mano de cambiar el signo de una noche de toros que, pese a todo, no llegó a ser aburrida. Borja volvió a engrasar todos los pistones en una labor que brindó a su maestro, al gran Espartaco. El trasteo comenzó por bajo y siguió por redondos pero el novillo, rebrincado y distraído, deslucía los embroques de los muletazos. El chaval no se arredró y lo metió en la canasta en una serie honda que, por fin, arrancó la música que hasta entonces había permanecido muda. Pero no hubo más. La espada tampoco funcionó pronto ni bien. Sólo quedaba el sexto, que alcanzó sin consecuencias a Acevedo y se movió con importancia. Garrido lo entendió en una labor de ritmo creciente, dicha en los medios, que fue ganando en calidad y cadencia a la vez que avanzaba su metraje. No hubo el mismo entendimiento por el lado izquierdo y la faena ya no recuperó el mismo tono pero los ayudados finales y el espadazo validaron el único trofeo de una noche que no llegó a romper.

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