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Cofradías

San Gonzalo se la juega

el 02 abr 2012 / 19:59 h.

Tres horas tardó la hermandad de San Gonzalo en tomar una decisión. Dispuesta a salir casi por encima de todo, la corporación esperó un parte meteorológico medianamente favorable para hacerse a la calle pasadas las 17.30 horas, con la esperanza de poder repetir la exitosa apuesta del primer lunes de Cuaresma del año pasado, cuando el Señor del Soberano Poder presidió el viacrucis del Consejo. Sin embargo, los chubascos débiles se tornaron en fuertes y de intermitentes en persistentes en torno a las 19 horas, hasta el punto de partir la cofradía y obligarla a refugiarse: la Virgen de la Salud, en la capilla de la Estrella y el Señor del Soberano Poder, minutos después, en la parroquia de la Magdalena, como ya ocurrió el Lunes Santo de 1976.

Diez minutos antes de las tres de la tarde, hora prevista para la salida, el hermano mayor, Juan Hernández, ya hacía público que la cofradía aguardaría dos horas antes de decidir si salían o no. A la espera de que los nuevos partes meteorológicos confirmaran la mejoría que anunciaban los anteriores. Ni el público ni los nazarenos se alteraron. Cada uno conservó su puesto, todos convencidos de que esta espera de dos largas horas valdría la pena. Los aproximadamente 2.200 nazarenos, repartidos entre las distintas dependencias de la parroquia y el mercado, y el público, apostado en las vallas que delimitaban el camino de salida de la cofradía. "La Soledad de Moscú ha salido", bromeaba uno de los servidores de la cofradía, mientras Cristina Simón se entretenía repartiendo los nazarenitos de papiroflexia que acostumbra a hacer durante los parones de las cofradías. Con los brazos en alto y la cara de felicidad, Manuel Lozano, auxiliar del cortejo, salía del interior de la parroquia para transmitir fuera lo que ya prácticamente todo el mundo intuía: "¡¡Salimos!!".

La banda chica de las Cigarreras y la grande ya habían desfilado tomando posiciones, las cuadrillas de refresco habían regresado de la casa hermandad, y dentro estaba organizada la cofradía para, en el menor tiempo posible, iniciar la estación de penitencia. Pero... el hermano mayor quería conocer un nuevo parte -quizás distinto al facilitado por la Aemet- que tardaría unos 15 minutos. Cumplido ese tiempo se produjo el revelador: "¡¡Salimos!!". Y en un abrir y cerrar de ojos, se abrieron las puertas, salieron los once tramos de nazarenos del misterio y cada levantá en el interior del templo era seguida por aplausos. Sin embargo, y aunque todo el mundo tenía asumido que la hermandad debía correr para llegar a tiempo a pedir su venia en la Campana, estos aplausos fueron muy fríos cuando el misterio de Jesús ante Caifás se plantó en la calle. A los sones de Amor de Madre, el Señor del Soberano Poder, que por primera vez lucía túnica bordada un Lunes Santo, la que estrenara en el viacrucis del año pasado, alcanzó la calle de Nuestra Señora de la Salud, por donde la hermandad acortaba el recorrido, evitando el saludo a los ancianos del asilo de la avenida de Coria. A las seis y media, la Virgen de la Salud, perfumada por jacintos rosa palo, se asomaba a la puerta de una plaza abarrotada.

El esfuerzo de los costaleros, que sacaron de rodillas el palio, y de los compañeros de refuerzo que ayudaron por fuera a levantar el paso, fue recompensado con un largo aplauso mientras comenzaba la Marcha Real. Después la banda de música Santa Ana de Dos Hermanas le dedicaba la Salve, Nuestra Señora de la Salud, y mientras avanzaba camino de la avenida de Coria, estrenaba La Blanca Estela, de Carlos Puelles.Pero cuando la dolorosa de Ortega Bru se adentraba en la calle San Jacinto empezaron a caer las primeras gotas y el Cecop avisaba de alerta amarilla. La hermandad optó por avanzar y, finalmente, refugiarse dividida. La Virgen se recogió en la capilla de la Estrella, que, por sus reducidas dimensiones y con dos pasos dentro, sólo podía acoger a uno.

El paso de misterio, que se encontraba en el puente de Triana, con las imágenes protegidas con capotas, se encaminó hacia la Magdalena, donde llegó bajo una manta de agua.Con "valentía, elegancia y mucha fe", explicó Juan Hernández, la cofradía se echó a la calle y refugiaba por tercera vez en este templo, a cuyo párroco, Antonio Fernández Estévez, y sus cofradías -la Quinta Angustia y el Calvario- agradecía la acogida. Así terminó la aventura de San Gonzalo este Lunes Santo.

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