Economía

San Jerónimo. El anhelado mono gris

Renault es la fuente laboral en un barrio azotado por el desempleo

el 17 nov 2010 / 21:38 h.

Ha sido durante décadas el motor económico del barrio, ya que daba trabajo a padres y a hijos.

San Jerónimo encarna a la perfección la definición de barrio obrero. Por ello, el azote del paro se nota por todos los rincones de esta área de la zona norte de Sevilla, que en los últimos años ha experimentado cambios muy significativos y ha acogido a una gran cantidad de inmigrantes que están ya integrados en el entorno, donde encuentran hasta restaurantes con especialidades de sus países.

Llueve y hace frío, pero en el centro de salud y en la oficina de la Seguridad Social no paran de entrar y salir personas. Los días son más largos en la vida de un parado y concretamente en este lugar se ve a mucha gente en la calle, más que en otros momentos anteriores a la crisis, cuando la economía estaba más boyante.

"Yo no soy de aquí, pero se nota que en este barrio hay bastante paro. La gente muchas veces se acerca para decirme que no tiene trabajo, que está buscando algo... desde luego, aquí hay mucho movimiento en los últimos tiempos", explica Patricia, una joven que reparte folletos informativos a las puertas del ambulatorio. Con ella coincide la dueña del quiosco, María del Mar.

Son las diez y media de la mañana. "A esta hora había muchas personas comprando el periódico y ahora, mira, casi nadie", afirma. Explica que hace unos años pasaban madres con sus hijos "y compraban algo para los niños y a lo mejor el tabaco para ellas, pero ahora prescinden de casi todo; la gente del barrio se controla mucho porque la cosa está muy mal".

Además, María del Mar es propietaria de una tienda de muebles en San Jerónimo. Aquí también ha notado el desempleo que afecta a muchos de sus vecinos. "Antes la gente cambiaba de muebles aunque éstos estuvieran nuevos, sólo por estar más a la moda, pero actualmente no lo hacen, tanto los que no tienen dinero, porque no pueden gastarlo, como los que sí, que temen que en el futuro las cosas se les compliquen", relata.
Hace unos meses abría su quiosco también por las tardes, pero después de verano desistió de ello. "Me da miedo", asegura, y con esta afirmación apunta a otro de los problemas en los que puede desembocar el paro. "Tengo temor a que me roben o algo, con lo mal que están las cosas, pero no gente del barrio, que aquí nos conocemos todos, sino que vengan de otros sitios como El Vacie o La Bachillera".

Lo cierto es que se compra menos. Lo confirma Amparo, de la Tienda Ramón. "La gente no tiene dinero y ni sale a la calle ni compra y, además, muchos nos piden fiado, pero no podemos", explica. Sin embargo, son más ahora los que echan primitivas y quinielas. "Se confía en la suerte", subraya Luis Miguel desde el despacho de apuestas.

Y es que San Jerónimo para muchos sevillanos es desconocido, pero es un prisma con muchas caras. En sus alrededores se encuentran estas zonas deprimidas que señala María del Mar, pero también hay jóvenes que se han instalado en los últimos años en los pisos de VPO que se han edificado en el barrio y que son nuevos residentes.

En Medina y Galnares, la avenida donde está el centro de salud de especialidades al que se hacía referencia, se encuentra la factoría de Renault, la industria que se erige como principal fuente de empleo del barrio, al menos en décadas pasadas. Ahora, muchas de las nuevas incorporaciones, aunque han vivido de toda la vida en el barrio y sus padres siguen habitando casas en San Jerónimo, han decidido trasladarse a otras zonas. De todos modos, el mono gris de la factoría sigue siendo un habitual en el paisaje del barrio.

Es, además, el soplo de esperanza de la recuperación. Después de que su plantilla padeciera un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) temporal durante el pasado año, en los últimos meses la compañía ha realizado nuevas contrataciones al aumentar la cadencia de fabricación de cajas de cambio. Entra gente nueva que, además, se encarga de bajar la media de edad de una planta histórica. Ahora se sitúa en los 37 años.

A las once es la hora del bocadillo. Son pocos los que salen, pero no por la crisis, es porque tienen comedor y máquinas de café en el interior de la planta y, como está el día, lluvioso, mejor quedarse dentro.

Precisamente los operarios de la factoría y los trabajadores de la Renfe fueron en su época los principales pobladores de esta zona del norte de Sevilla. En los últimos años, aunque todavía pervive esta tendencia, el perfil ha cambiado. Muchos inmigrantes han acudido a un barrio donde los alquileres son más baratos que en otras zonas de la ciudad y al calor de puestos de trabajo que hace unos años se creaban como churros, sobre todo en sectores como el del ladrillo. Ahora, ellos están entre los que más sufren los sinsabores de la crisis económica y del paro.

Muchos son los que acuden por este motivo a la Asociación de Voluntarias Activas de Sevilla, donde se reparte comida. El suministro procede de Cruz Roja y se distribuyen, además, raciones de emergencia a familias derivadas de la Unidad de Trabajo Social (UTS) del Ayuntamiento de Sevilla. Esta asociación, que lleva seis años funcionando, cuenta con un 93% de mujeres, aunque el presidente -paradójicamente- es un hombre, Antonio, que explica que, además de ayudar con comida a los más necesitados, la organización da apoyo a mujeres maltratadas en el barrio y a familiares de enfermos, para que cuenten con tiempo libre para hacer otras cosas.

Arroz, harina, leche, macarrones, fideos, azúcar... son algunos de los productos con los que la asociación ayuda a familias que viven en situación extrema en el barrio. "Tenemos para 306 personas, aunque hay una lista de solicitudes de 500 en San Jerónimo", afirma. A pesar de ser éste un barrio obrero, muchos vecinos acuden a la sede de IU -que le ha dejado parte de las instalaciones para su cometido- de la calle Extremadura para dejar algo de comida y aportar con lo que pueden a la obra social desarrollada por la asociación.

Pero no sólo son los alimentos. Un cartel en la puerta pide ropa para niños pequeños en este local a un tiro de piedra de uno de los emblemas del barrio, el Monasterio. "Hay personas que no pueden ni vestir a sus hijos y el problema de todo es el paro, que se nota muchísimo, porque cada vez viene más gente pidiendo un trabajo", asegura.

En cuanto a los inmigrantes, reconoce que son muchos los que se acercan a esta sede, "pero ya no sólo por comida, sino para realizar una llamada o pedir para el autobús. "Ellos son los más desfavorecidos, porque las carencias le vienen por todos lados", señala. En concreto, un 90% de la ayuda se distribuye a través de la UTS, un 8% a través de Cáritas y el resto "se da a cinco o seis familias a las que les da vergüenza pedir". "Son personas que han tenido trabajo siempre y no están acostumbrados", explica.

Desde octubre hasta diciembre, podrán distribuir casi 5.400 kilos de comida. "Todo está muy controlado y, de hecho, hay mucha gente honrada que cuando comienza de nuevo a trabajar nos lo hace saber para que no sigamos ayudándoles", reconoce.
Precisamente en este barrio, especialmente castigado por el paro, iba a construirse la Ciudad del Empleo, un proyecto que con la crisis económica se ha quedado parado y que han dejado sin función unos terrenos a la vera del Guadalquivir, junto al edificio CREA. Se han ofrecido a los jóvenes empresarios, aunque aún no se ha definido nada.

En cuanto a las VPO cercanas, muchos jóvenes han llevado savia nueva al barrio gracias a estas promociones, aunque las hipotecas también cuesta pagarlas.

La voz empresarial

Al otro lado del cementerio -otro elemento que marca el día a día del barrio- se alzan las torres de Torneo Parque Empresarial, que da cobijo en sus oficinas a pequeñas empresas que quieren estar "en un parque que tenga servicios de todo tipo". Así lo explica uno de los directivos de la zona, de la firma de ingeniería Altran, Bernardo Ronquillo, que asegura que ése fue el motivo fundamental por el que se decidió por esta parte de Sevilla.

"Queríamos estar en un sitio que incluyera este concepto, con bancos, guarderías y bares para comer, entre otras cosas, además de oficinas", explica. Cuando llegaron, en 2008, a la fase II del parque, fueron los primeros. Al coincidir la inauguración con la crisis, han estado solos durante estos dos años, aunque en los últimos meses "se están incorporando más empresas a la zona". Asimismo, relata que Torneo Parque Empresarial "tiene mucha vida", y que muchos de los que allí trabajan aprovechan para realizar sus compras en un Mercadona que está en la zona.

"Antes de decantarnos, estuvimos mirando otras, como Aéropolis, pero estaba muy desangelado, al lado de la carretera y no ofrecía ningún servicio; si querías comer, tenías que llevarte el almuerzo de casa", cuenta el empresario. Y eso, a pesar de que la firma se dedica a la aeronáutica. También barajaron La Cartuja, "aunque los problemas de aparcamiento nos echaron para atrás", dice Ronquillo, que añade que está "muy contento con la decisión". El parque, por tanto, se ha convertido en foco de empleo.

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