Cofradías

San Martín se vistió de bicentenario

el 31 mar 2010 / 20:39 h.

Era Miércoles Santo, San Martín y el reloj se aproximaba a las 6 de la tarde. La escena recordaba al instante en que como cada año Longinos volvía a clavar la lanza en el costado del Crucificado de Illanes, pero había algo en el ambiente que lo impregnaba de un sabor especial. Era el año de la Virgen del Buen Fin, de su bicentenario, y la hermandad de la Sagrada Lanzada quiso que esta estación de penitencia fuera más especial.
Puntuales a la cita, un aluvión de pequeños nazarenos vestidos con antifaz rojo comenzaban a caminar por la Plaza de San Martín. Comenzaba así la salida del cortejo de la hermandad y lo hacía con el patrimonio más importante que tiene esta corporación, sus niños. Tras ellas largas filas de nazarenos que salían con mucha celeridad desde el interior del templo. En la plaza, la banda de las Tres Caídas de Triana comenzaba a tomar posiciones y el olor del azahar que cuajaba sus naranjos embriagaba a los sevillanos que allí se daba cita.

El mudejar del templo se hizo gótico cuando el barco del crucificado cruzó el dintel. Era eterna la estampa del misterio que iba dorándose por el sol que llegaba desde la Alameda, mientras se alejaba por la calle Saavedra besando con la cruz cada uno de sus rincones. Y como un suspiro llegó la Virgen. Era su año y lucía más bella que otros Miércoles Santo con la restauración de su saya por los Sobrinos de Elena Caro. Con sones de la Hiniesta y de San Julián el palio se marchaba, aunque este año lo haría por menos tiempo. Sólo quedan dos meses para que el Sevilla vuelva a encontrar su Buen Fin en esta Virgen.

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