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San Pedro luce capirote

A fin de mes concluyen las obras de restauración del chapitel de la parroquia

el 02 may 2012 / 20:39 h.

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Un restaurador procede a la reposición de la azulejería perdida.

A 41 metros de altura sobre el suelo -a su lado las setas parecen enanas-, la tiara papal de la veleta de San Pedro vuelve a mecerse al son que le marcan los vientos. La recuperación de la movilidad de la veleta es la guinda a una intervención que mantiene cercado de andamios el cuerpo superior de la torre parroquial desde mediados del mes de febrero y que va a permitir la consolidación de su estructura interna y la restauración y reposición de su azulejería.


Dos meses de intenso trabajo a cargo de restauradores especializados de la empresa Sanrocón y una inversión próxima a los 46.000 euros (sin IVA), acometida íntegramente con fondos parroquiales y aportaciones de los fieles, harán posible que a finales del presente mes la torre de la parroquia de San Pedro, cuya base data del siglo XIV, vuelva a lucir libre ya de andamios y lista para resistir el envite de los fenómenos atmosféricos y de la avifauna dañina durante otras cuantas décadas.


La voz de alarma en este caso para su restauración la dio la aparición de maleza en lo más alto de la torre. Producto del trasiego de palomas y otras aves, en el remate de la torre habían llegado a crecer arbustos de porte arbórea, en algún caso con hasta dos metros de altura, cuyas raíces amenazaban con desprender más de un azulejo. Lo que en principio se proyectó como una simple operación de retirada de vegetación con una grúa extensible, pronto derivó en la necesidad de acometer una restauración integral al percatarse el arquitecto del templo, José María Navarro, de los daños que sufría el remate de la torre, "sobre todo en su armadura de madera interna, que había sufrido filtraciones llegando a pudrir la madera" y poniendo en peligro su función portante.


El primer quebradero de cabeza se planteó con la instalación del voluminoso cuerpo de andamios, cuya colocación durante tres semanas en un paso peatonal tan concurrido como es la fachada del templo provocó más de una problemática y requirió la inspección técnica de tres empresas especializadas.


En una visita al remate de la torre, el coordinador de la obra, Florentino Pozo, explicó ayer que la intervención se ha centrado en la restauración interior y exterior del cuerpo octogonal que se eleva, a más de 28 metros de altura, sobre el campanario del templo y que se remata con un chapitel o "capirote" de ocho paños que data del año 1593.


La armadura de madera que soporta el chapitel descansa en una serie de vigas, llamadas durmientes, a las que la humedad y las filtraciones de agua habían pasado factura hasta pudrirlas en un 60%. En lugar de sustituirlas por otras nuevas, los restauradores han optado por mantener la madera sana y renovar la podrida inyectando resina de restauración a través de varillas de vidrio, recuperando así el color, la textura y el tipo de mortero que tuvieron en origen.


Una vez solventados los problemas de solidez de la estructura de madera mudéjar, la intervención se ha centrado en la restauración, resanado y reposición de toda la decoración cerámica: desde los 12 jarrones que, a dos niveles, ornamentan el remate de la torre -dos de ellos presentaban fisuras importantes con peligro de desprendimiento- hasta la azulejería trianera que recubre el chapitel, algunas de cuyas piezas datan del siglo XVI y otras fueron repuestas en las dos últimas intervenciones que sufrió la torre y que datan de los años precedentes a las dos exposiciones universales que acogió la ciudad, la Iberoamericana del 29 y la del 92.


Para evitar que las aves vuelvan a anidar en sus cumbres, el vuelo exterior del chapitel de la torre -lugar donde germinaron la vegetación y las malas hierbas- se protegerá con un sistema antipájaros. Como remate a todos los trabajos, se ha restaurado la cruz de forja, con el orbe debajo, que corona el chapitel y se ha instalado un nuevo pararrayos.


Según mantiene el arquitecto de cabecera del templo, José María Navarro, esta intervención "preventiva" y otras que se han acometido a lo largo de los últimos años en el interior de la iglesia intentan evitar que haya que abordar una obra traumática. "Este tipo de templos antiguos hay que estar encima de ellos porque si no se vienen abajo", subraya el párroco, Jesús Maya.

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