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San Telmo se hace oír

Vázquez Consuegra ha despojado al palacio de los añadidos nefastos bajo los que se ocultaba.Tiene una semana para comprobarlo acudiendo a las jornadas de puertas abiertas que ha organizado la Junta.

el 08 may 2010 / 19:01 h.

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La cripta de San Telmo, antes y después de su restauración.

"Me he limitado a escuchar al edificio. Él me dio las pistas". Ésta fue la declaración de intenciones del arquitecto sevillano Guillermo Vázquez Consuegra cuando, en noviembre de 2004, presentó su propuesta de rehabilitación "integral" del Palacio de San Telmo para que albergara la sede de la Presidencia de la Junta. Desde hoy y hasta el próximo domingo, usted podrá comprobar el resultado. Pero no se lleve a engaño. Encontrará un espacio majestuoso, luminoso y de una simplicidad llamativa que en nada se parece a lo que quedó reducida la antigua residencia de los Duques de Montpensier.

En ese ejercicio de dejarse llevar por los sonidos originales del edificio, Consuegra ha logrado despojarlo de los añadidos nefastos bajo los que se ocultaba la auténtica trama de San Telmo, tal y como ponen de manifiesto las imágenes que acompañan este reportaje. La mayor intervención, y más cuestionada, se ha centrado en la demolición de las estructuras incorporadas al palacio en las alas sur y noroeste. Ya forman parte del recuerdo, el más triste para San Telmo, las celdas de los seminaristas que construyó Sagastizábal en la zona que mira a la calle Palos de la Frontera. Ya han pasado a la historia los patios levantados por Basterra en 1926 en el ala sur. Consuegra ha reconciliado a San Telmo con sus orígenes barrocos, aquellos que hicieron de este edificio el mejor exponente de la arquitectura civil del XVII.

Pero el arquitecto sevillano, blanco de las críticas del Partido Popular al considerar que sus propuestas son excesivamente caras, no se ha limitado a darle un limpiado de cara al palacio. Porque Consuegra, lejos de entender el patrimonio como una mera conservación de lo heredado, ha buscado -y a juicio de los resultados, lo ha conseguido- incorporar nuevos tesoros a San Telmo en forma de materiales, formas e incluso mobiliario, punto éste en el que se han cuidado al máximo los detalles. Ya lo dejó escrito en el testamento que firmó en 2004 cuando presentó su propuesta: "Entendemos que patrimonio es sólo aquello que hemos heredado, cuando lo que construyamos hoy será el patrimonio del futuro. Los que tan celosamente defienden los edificios antiguos se olvidan de que en su momento fueron luminosas novedades".

Al margen de los datos (cinco años de obras y 46,6 millones de euros, 12,4 más de los inicialmente previstos) y las críticas de expolio desmontadas una a una por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, San Telmo ha logrado escapar de la ruina y la miseria a la que se vio abocado desde que la Iglesia se apoderó de sus muros. Con cuatro siglos de diferencia, la Escuela de Mareantes diseñada por Figueroa se hace oír de nuevo. Lo demás es ruido.

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