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San Valentín viste de blanco (3-0)

El Sevilla le ‘regala’ a su afición un buen espectáculo ante el Córdoba. Con Reyes ha regresado el fútbol.

el 14 feb 2015 / 17:47 h.

Krychowiak celebra el 1-0. Luego fue expulsado / Foto: Manuel Gómez Krychowiak celebra el 1-0. Luego fue expulsado / Foto: Manuel Gómez Cómo necesitaba el Sevilla una tarde así. Un partido en el que gustarse, ir recuperando sensaciones y, de paso, guardarse tres puntos más en el casillero, que viendo cómo estaban transcurriendo las últimas semanas, la necesidad de sumar comenzaba a ser importante. El Córdoba no fue rival para un conjunto con muchas dudas como el sevillista, pero con dos o tres certezas que le sirven para seguir en la pelea por la Champions. La columna vertebral de este equipo la componen Carriço, Krychowiak, Reyes y Bacca. Si estos elementos están entonados y funcionan, lo lógico es que el Sevilla funcione. Portugués y polaco para darle seguridad y físico a un equipo que se va con muchos hombres al ataque y siempre necesita guardaespaldas, por lo que pueda pasar. Mientras que utrerano y colombiano se dedican a crear juego y matar a los adversarios, respectivamente. Una fórmula que le da réditos a Unai. Porque el entrenador del Sevilla llegaba cuestionado a la cita ante los vecinos andaluces. No es nada nuevo, pero cuando los resultados se tuercen un poco el runrún generalizado entorpece el normal funcionamiento del conjunto de Nervión. No es sencillo trabajar con la sensación de estar constantemente en la boca de la crítica. No se le permite un error y él lo sabe y convive con esa presión añadida. Eso sí, el experimento de Getafe no volvió a perpetrarlo. Había recuperado a José Antonio Reyes, palabras mayores. Da igual que el canterano esté falto de ritmo o que su renovación esté en punto muerto hasta final de temporada (así lo anunció el club esta semana). Reyes ha vuelto a encontrar una motivación en este juego. Se siente querido, la calidad la trae de casa y, sobre todo, se siente importante. Sabe que el Sevilla le necesita. Y eso para él es un premio doble. Con libertad de movimientos, secundado por Banega a la hora de jugar la pelota por abajo, es el mejor arma para atravesar el muro que había instalado el Córdoba en el césped del Ramón Sánchez-Pizjuán. De hecho, el primer gol, tras intentarlo el equipo sin descanso en la primera parte e incluso entrar en momentos de duda porque las ocasiones claras no llegaban y las que se tenían no entraban, partió de las botas de Reyes. Un balón parado, un córner sacado con potencia al pico del área pequeña por el primer palo y aprovechado por un Krychowiak que entró como un tren en el área. Un gol visto en innumerables ocasiones al Atlético de Simeone y que les sirvió a los nervionenses para ajusticiar a un rácano Córdoba. Cinco minutos después, a dos del descanso, llegaría la tranquilidad. Buen balón en largo de Pareja, Vitolo controla y regala el tanto a Bacca. Tras la reanudación, otra vez Vitolo protagonista. Golpe al canario en el rostro y roja a Ekeng. Se quedaba la fiesta para que el Sevilla la disfrutara. Aunque Krychowiak metería la pata y también vería la roja. Iborra hizo el tercero. Regalo de los enamorados del Sevilla a su afición. Le tocaba disfrutar con una tarde así.

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