Local

San Vicente aguanta la respiración

el 16 sep 2009 / 01:08 h.

TAGS:

I. Comesaña

Más les vale a los que van a ver la Salida de las Siete Palabras disfrutar cuando el Nazareno atraviesa el dintel de la parroquia de San Vicente en su brillante paso de plata, porque puede ser el último momento en el que respiren. Cuando el misterio enfila la puerta, con las cartelas retiradas porque con ellas sería imposible que pasara, da la impresión de que sólo la voz del capataz mandando "menos pasos" o "no correr" no va a ser suficiente, y la gente contiene el aire para ayudarlo a pasar.

La falta de aliento se veía ayer en los ojos de Eduardo Franco, al que una lesión en el pie le impidió salir de nazareno como lleva haciendo 20 de sus 25 años. Para asegurarse de que no se quedaba sin verla, llegó al templo tres horas antes y se plantó, el primero, con su silla de ruedas en la misma puerta, para sufrir mientras seguía con la mirada el vaivén del paso.

Más podría haber sufrido de haber sabido que, minutos antes de la procesión, un revuelo de manos cosía a máquina y planchaba dentro de la iglesia las últimas túnicas que quedaban por arreglar. La hermandad unificaba este año su vestimenta para que todas las túnicas llevaran escapulario, pero las 140 que se renovaban no estuvieron tan a tiempo como debían. Un auténtico taller de costura en la sacristía logró resolverlo, eso sí, rozando la hora de salida y haciendo bueno el dicho de bien está lo que bien acaba.

Para más inri, a la ajustada salida del misterio le siguió un parón justo antes del palio de la Virgen de la Cabeza, a la que haber sido remodelada de un ángel le da una de las expresiones más especiales de la Semana Santa. "¿Qué pasa, qué pasa?" "Que se ha descolgado el respiradero frontal". Y el corazón otra vez en la boca, hasta que la intendencia funciona y una fortísima levantá da fe de que, lo hayan sujetado con lo que lo hayan sujetado, el frontal va a aguantar.

No acaba ahí el sufrimiento, porque en cuanto asoma de la oscuridad del templo la silueta del palio iluminada por la candelería, la respiración se vuelve a cortar. Es que no cabe. "A tierra", "de frente sin botar" y hasta algún grito entre el público se escuchan antes de que, con las rosas champán de las jarras laterales rozando la pared, el palio pise la calle y la gente rompa a aplaudir.

  • 1