Cofradías

Santa Catalina ve la luz tras una década de ostracismo

Esta semana desembarcarán en su interior los albañiles de la Constructora San José, empresa que afrontará durante los próximos 12 meses las obras de la segunda fase de restauración

el 23 mar 2014 / 22:05 h.

TAGS:

catalinawebLa imagen del por entonces párroco de Santa Catalina, Antonio Hiraldo, celebrando la misa ante un grupo de fieles rodeado de cubos dispuestos estratégicamente en el templo para recoger el agua que se filtraba por las cubiertas sobrecogió a la ciudad. Días después de aquel entristecedor documento gráfico, el 3 de junio de 2004, el Arzobispado de Sevilla decretaba el cierre cautelar de la iglesia inaugurando un largo periodo de clausura que va camino ya de cumplir una década. Sus puertas quedaron selladas y la manifiesta falta de sintonía entre Junta y Arzobispado, su verdarero propietario, fue agravando su deterioro. Más de 3.500 días de cierre, dos alcaldes, tres presidentes de la Junta y dos obispos después, la iglesia declarada Monumento Nacional en 1912 empieza a ver la luz al final de este sombrío túnel. Esta misma semana los técnicos y albañiles de la Constructora San José, adjudicataria del proyecto, desembarcarán en su interior para iniciar las obras correspondientes a la segunda fase de restauración –la primera, en el año 2010, consistió en la sustitución de las cubiertas– que se centrarán en la restauración exterior de la iglesia así como en los trabajos de arqueología en el subsuelo. Las actuaciones previstas, dirigidas por el arquitecto Francisco Jurado, se llevarán a cabo en los próximos diez o doce meses. De este modo, se actuará en el exterior del monumento con la pretensión de consolidar y recuperar, en su caso, los elementos esenciales del templo que pudieran estar deteriorados o anulados, «buscando una imagen coherente e integrada de todas las intervenciones a lo largo de su historia». Además, en el interior del templo está previsto que se lleven a cabo los trabajos arqueológicos oportunos encaminados a descubrir las trazas antiguas y la fisonomía completa del subsuelo sobre el que se asienta la iglesia de Santa Catalina. Esta campaña arqueológica durará, al menos, seis meses, y se llevará a cabo paralelamente a los trabajos de recuperación de la fachada. La siguiente etapa supondrá la redacción del proyecto de la tercera y última fase de la restauración del templo, cuyo objetivo primordial será reducir al mínimo el problema de humedades que afecta a los muros y que comprenderá otras actuaciones en su interior (solería, paramentos verticales, instalaciones y mobiliario). Su coste aún no se ha precisado, aunque el arquitecto estima que el montante total sea inferior a los dos millones de euros. El propio arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, se mostraba confiado en que Santa Catalina pudiera abrir de nuevo sus puertas en 2016: « Va a depender también de lo que nos encontremos en el subsuelo. Si encontramos cosas interesantes puede que la obra se retrase. Si no encontramos nada digno de conservar o de mostrar, las obras irán más rápidas». La pretensión es que las dos fases que restan se realicen sin solución de continuidad, es decir, sin cortes ni etapas intermedias. Asenjo es consciente de que Santa Catalina se nutre de una feligresía no muy numerosa, unos 2.000 fieles, a los que desea implicar de algún modo en su restauración, al igual que a las tres hermandades, una de penitencia y dos gloriosas, con sede en este histórico templo: «Yo no pido milagros. Me he reunido con el párroco y con los hermanos mayores y les he pedido que se impliquen, pero les he dicho al mismo tiempo que comprendo que es una feligresía muy pequeña, una feligresía envejecida en la que parece que viven además muchos inmigrantes. Las hermandades con sede en este templo tampoco son hermandades de tronío. Entonces les he pedido que se impliquen hasta donde puedan». «Mi experiencia como delegado de patrimonio en mi diócesis de origen es que cuando este tipo de obras se hacen con la colaboración de los fieles, por modesta que sea, pastoralmente es una obra muy estimable, porque al mismo tiempo que se restaura la iglesia pues se restauran también las relaciones personales. Y hay también otra razón, aquello que no cuesta, no se estima, no se valora. Las cosas se valoran cuando nos cuentan algún esfuerzo», asegura el prelado en declaraciones a este periódico. Si hiciéramos caso de las veces que se ha anunciado el inicio de las obras de rehabilitación a lo largo de estos más de 3.500 días de clausura, Santa Catalina hace ya tiempo que tendría que estar abierta y flamante. Esta vez, sin embargo, sí parece que ha llegado la hora de este histórico monumento.

  • 1