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Sarkozy fija en 2008 el fin a las 35 horas de trabajo a la semana

La mejor defensa es el ataque, de ahí que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, respondiera ayer a su pérdida de popularidad en las encuestas con una rueda de prensa de dos horas en la que habló de lo divino y lo humano. Entre sus objetivos para 2008 incluyó acabar con la semana laboral de 35 horas.

el 14 sep 2009 / 22:26 h.

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La mejor defensa es el ataque, de ahí que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, respondiera ayer a su pérdida de popularidad en las encuestas con una rueda de prensa de dos horas en la que habló de lo divino y lo humano. Entre sus objetivos para 2008 incluyó acabar con la semana laboral de 35 horas.

En su primera rueda de prensa como presidente, Sarkozy abogó por profundizar en su política de reformas, detalló algunas -aunque pocas- y las enmarcó en su "proyecto de civilización" para dar respuesta a la "impaciencia" de sus compatriotas. Entre las prioridades de 2008 está liquidar por completo la semana laboral de 35 horas, en su línea de "trabajar más para ganar más", ya que cree que es en esa norma donde radica gran parte de los problemas de Francia.

"No trabajamos lo suficiente y otros lo hacen más", dijo el presidente, para quien, al margen de la coyuntura internacional, existen "causas endógenas" que hacen que Francia crezca menos que otros países. Por ello pidió ayuda a los premios Nobel de Economía Amartya Sen y Joseph Stiglitz para definir una estrategia para promover un crecimiento económico que privilegie la calidad.

En un proyecto de ley para mejorar el poder adquisitivo adoptado por el Parlamento en diciembre se preveía una nueva flexibilización de la ley sobre las 35 horas de trabajo semanal, en concreto que los trabajadores puedan canjear por remuneración parte de los días de libranzas acumuladas en virtud de ese régimen laboral.

En esa línea, confirmó su voluntad de que los empleados tengan opciones sobre las acciones (stock options) y no sólo los directivos, así como la distribución gratuita de títulos. Se trata, argumentó, de "no privar a los asalariados de la parte que les corresponde en el éxito de las empresas".

Sarkozy protagonizó una rueda de prensa de más de dos horas muy concurrida -con 500 periodistas-, no sólo por ser la primera de su mandato, sino porque comparecía con el telón de fondo de unos sondeos que muestran una popularidad a la baja por el hartazgo de la sociedad gala a su omnipresencia en la prensa rosa por su relación con Carla Bruni.

Lluvia de ideas. En su comparecencia, arropado por los ministros de su Gobierno, defendió su llamada política de civilización, una nueva forma de entender la gestión, que engloba un paquete de reformas en todos los campos para que la política llegue al "centro de los problemas". Es decir, que el ciudadano esté en el centro de la acción política. "Francia será el alma del renacimiento que el mundo necesita", apostilló.

Sarkozy abogó por una política de cuotas en inmigración, para que cada año las autoridades fijen los extranjeros necesarios para la economía nacional, una cifra que se debatiría en el Parlamento.

En otro de sus anuncios, comentó que el Gobierno se plantea suprimir la publicidad en las cadenas públicas de televisión, que serían financiadas por un impuesto en los ingresos de las privadas y por otro en los de empresas de tecnologías como acceso a internet y telefonía móvil.

La renovación en las universidades y la gestión de los hospitales figuran también entre las medidas para 2008, así como empezar una reflexión para hacer más habitable la capital, París.

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