Francia dio un serio toque de atención al presidente galo, Nicolas Sarkozy, que finalmente sufrió una derrota en las urnas pero no tan grave como daban en principio los sondeos. La izquierda adelantó a la derecha en la primera ronda de las comicios, al obtener un 47% de los votos, pero la derecha resistió mejor de lo esperado con un 45%, lo que deja abierta la segunda vuelta.
Ésos fueron los porcentajes en unos comicios que tuvieron una participación relativamente baja, del 61%, frente al 67,29% en la misma primera vuelta de los comicios municipales del año 2001.
La izquierda intentó durante la campaña aprovechar el bajón de popularidad de Sarkozy, para capitalizar ese descontento, también relacionado con un contexto económico difícil. El líder del Partido Socialista, François Hollande, destacó que la primera vuelta "marca la voluntad de advertir al presidente de la República", pero a la vez lanzó un mensaje de cara a la segunda vuelta del próximo domingo: "una desmovilización sería un error".
El primer ministro francés, François Fillon, hizo hincapié en que las cifras del domingo "son más equilibradas de lo que se nos avanzó", y acusó a la oposición de querer dar a los comicios una dimensión política nacional que "no corresponde a las realidades y a las necesidades locales".
principales frentes.
Sobre el terreno, los socialistas lograron una victoria sonada en Lyon, donde su alcalde, Bertrand Collomb, salió elegido directamente en la primera ronda frente al ex ministro conservador Dominique Perben. También es simbólico el triunfo casi garantizado del alcalde socialista de París, Bertrand Delanoe, cuya candidatura adelanta a la de su rival, la conservadora Françoise de Panafieu, por 14 puntos.
También tiene muchas opciones de hacerse con la cuarta ciudad del país, Toulouse, y con otra de gran dimensión internacional: Estrasburgo. Mientras, la derecha resistió bien en ciudades donde aparecía amenazada, como la segunda más grande del país, Marsella.
